La formación en el lugar de trabajo, solución de la hostelería aguileña ante la falta de camareros
La creación de centros especializados o remunerar a los jóvenes “como si fueran profesionales” son algunas de las vías propuestas por los responsables de establecimientos locales para enfrentar la problemática
Un reportaje de Pedro M Lozano
No debería ser ningún pecado reconocer que España es un país turístico y que, por tanto, mucha de su población debe sus ingresos al sector servicios. Son ya muchas las empresas que dedican la mayor parte de su tiempo a satisfacer esa demanda de millones de visitantes. El Covid-19, además, paralizó este sector, si bien con la relajación de las medidas sanitarias no sólo le dio oxígeno de nuevo, sino que en muchos casos propició una especie de efecto rebote que tal vez no se previó de la mejor manera y ante el que, en consecuencia, quizás no se ha sabido responder de la forma adecuada.
La escasez de camareros, por ejemplo, ha sido una de las causas de que a la hostelería le haya costado tanto surfear el tsunami de personas ávidas (lógico, vaya por delante) de recuperar una parte de esa vida social que la pandemia nos arrebató. O uno de los efectos, depende de cómo se mire. Sin ir más lejos, este verano hemos visto en los programas de televisión a multitud de propietarios de bares y restaurantes lamentando la dificultad que entrañaba la contratación de personal. O de personal cualificado, mejor dicho, que no hay que olvidar que en España hay ahora mismo alrededor de tres millones de parados.
Todo eso, a su vez, ha representado una serie de obstáculos para sacar adelante el trabajo de los hosteleros, o al menos, para ofrecer el mejor servicio posible. De hecho, casi les diríamos estar seguros de que si han pasado las vacaciones estivales en algún lugar de playa, sabrán de lo que hablamos y probablemente hayan tenido alguna experiencia que aportar al respecto: lugares en los que no se les atendía con el buen trato de otras veces, largas esperas en el transcurso de una cena o comida o, sencillamente, personal sin experiencia que aún pasaba por el evidente y necesario proceso de transición que se requiere al inicio de toda nueva actividad. “No hay camareros” es el mantra más repetido. Y Águilas, como se imaginarán, no ha sido una ciudad ajena a esta realidad.
La experiencia en Zoco del Mar, Cuatro Calas y Garum
Andrés Rodríguez, por ejemplo, es el gerente de la empresa Águilas Servicios Turísticos (la encargada de la gestión de la embarcación Don Pancho y de los restaurantes Zoco del Mar y C.I.P. Cuatro Calas) y confirma ante la llamada de La Actualidad haber padecido dicho problema en la campaña de verano de este 2022. Incluso, añade que también “faltan cocineros”. A su entender, el origen de esta cuestión reside en que los profesionales de la hostelería “aprovechan los períodos estivales para buscar un mayor beneficio económico en zonas de más recursos como las islas”. Andrés Rodríguez, además, propone una solución a la problemática: más formación y más centros especializados en el aprendizaje y la cualificación de los futuros profesionales de la hostelería. “Nosotros somos los que formamos desde cero a nuestros trabajadores”, aclara.
Daniel Méndez, chef y propietario del restaurante Garum, una de las referencias gastronómicas del municipio y número uno aguileño en TripAdvisor, apuesta por esa misma política de enseñanza en el lugar de trabajo. “Lo importante es hacer cantera”, comenta al referirse al tema, afirmando incluso que todas las personas a las que contrató este verano (un total de cinco) eran jóvenes sin experiencia y que no habían trabajado en nada. “Hay que tirarse a la piscina”, indica el chef. Y aunque reconoce que “al principio cuesta un poco”, dice sentirse muy orgulloso del resultado de la decisión tomada. También sus clientes, según cuenta al hacer mención a las reseñas de su restaurante en el citado portal web. “Inculcar que haya buen ambiente de trabajo y no mostrarte como un jefe que sólo te mande y ordene”, responde cuando le preguntamos por las claves de su éxito, al tiempo que asegura remunerar a los jóvenes “como si fueran profesionales”. “Ese es el error a veces: como es gente joven, no les pagas tanto”, concluye.