¿Caridad o justicia?

Aquí, en este punto, es donde choca lo civil con los religioso, lo laico con la fe y las creencias confesionales.

Si queremos un Estado laico y aconfesional, la decisión ha sido magistral, sin negar que para otros muchos la decisión caritativa hubiera sido todavía más magistral, más sublime, más humana, superior en contenido y en inteligencia.

Pero las utopías son lo que son y la evolución aún no nos ha permitido llegar a ese grado de perfección, a ese nivel supremo de lógica, sentido común y clara convicción por la apuesta por la verdadera paz y la verdadera libertad.

El estado de derecho funciona y hay que acatarlo porque en la vida para poder seguir adelante hay que tomar decisiones. Pueden convencernos los argumentos de justicia estricta del Sr. Rajoy con la misma contundencia que nos pueden convencer los argumentos diametralmente opuestos, pero basados en la caridad o razones humanitarias del Sr. Imaz.

Finalmente, como nadie cuestiona, como esencia de las democracias y de los estados de derecho, que el bien común o general está por encima de los intereses particulares, y en este caso, ilegales, de una minoría, los jueces han tirado hacia delante de manera sabia, contundente y con alto sentido de responsabilidad y de Estado, sabiendo que nadie es perfecto y que esa opción es el mal menor, el mal menos malo para garantizar la convivencia entre los españoles y preservar los ansiados anhelos de paz y libertad que persigue todo ser humano. ¡Enhorabuena!.

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