La cultura decimonónica en Águilas
POR MIRIAM ROLDÁN ROS
Las transformaciones sociales y culturales experimentadas en Águilas a finales del siglo XIX convirtieron a esta población en una de las principales localidades de la región caracterizada por una sociedad ávida de cultura que promovió iniciativas novedosas para la época, debido a un cierto cosmopolitismo resultado de cuatro pilares económicos fundamentales como fueron el esparto, la minería, el ferrocarril o el puerto marítimo, que promovería iniciativas novedosas para la época, una de las cuáles fue la creación de la sociedad recreativa Círculo de Artes y Comercio.
El Círculo de Artes y Comercio se creó el año 1898, coincidiendo con el desalojo del Casino de la calle de Floridablanca, donde se estableció y se mantuvo hasta su desaparición, con motivo de la Guerra Civil. En este antiguo local, un grupo de empleados del ferrocarril y otros comerciantes fundarían la sociedad que hasta 1939 compitió, cultural y lúdicamente, con el Casino, siendo durante la Segunda República el primer centro social del pueblo.
Como mencionaba el semanario independiente Águilas, en 1928, el Círculo de Artes y Comercio era un centro civilizador con satisfacción y entusiasmo público, estando constituido por todas las clases sociales.
Al igual que el Casino, poseía un salón para juegos de mesa y bar, además de tener biblioteca propia. Como indicaba Palacios, “en el Círculo de Artes y Comercio, el ruido que hacían los jugadores con las fichas, servía de contrapunto a la música suave que el Maestro Olivares, al piano, tocaba, con exquisito gusto y gran dominio técnico, selecciones de zarzuela, valses, escogida música española, canciones de boda, pasodobles”. También se realizaban verbenas, como las que tenían lugar en el Casino, que eran amenizadas, en ocasiones, por la Banda Municipal”.
En palabras del escritor aguileño Francisco Martí Lloret, “El Círculo de Artes y Comercio, más democrático, pero celoso guardador del orden y del mutuo respeto, estaba integrado por trescientos ferroviarios, entre empleados y obreros, por otros doscientos socios más que venían de todas las artes y oficios y por un crecido número de asociados del Casino que también lo eran del Círculo”, erigiéndose esta sociedad como “el refugio del obrerismo ilustrado, y de la clase media modesta”, contando en 1914 con 287 socios.