Qué significa que una empresa esté en concurso de acreedores y cómo funciona

Por Alejandro Bayona Muñoz
Abogado en Simó & Martínez Abogados

El concurso de acreedores en personas jurídicas es un instrumento que concede la Ley a las empresas para las situaciones extraordinarias de insolvencia económica, con el objetivo principal de solventar dicha situación y hacer frente al conjunto de deudas que la empresa haya asumido.
Este instrumento puede ser utilizado en dos supuestos, en primer lugar, en aquellas situaciones en las que la empresa no tiene capacidad económica para hacer frente a una deuda, dentro del plazo pactado para pagarla, lo que técnicamente es conocido como suspensión de pago. El segundo supuesto en el que procede el concurso de acreedores es cuando la empresa está en situación económica de quiebra, se da a partir del momento en el que los recursos económicos de los que dispone la empresa son inferiores al nivel de deuda contraída por esta.
Esta figura jurídica se dotó en 2003 de una legislación propia para regular las situaciones en las que puede ser utilizada y cuáles son los procedimientos por los que puede regirse.
Para realizar una breve explicación del procedimiento que ha de seguir una empresa para ser declarada en concurso de acreedores hay que reseñar que se distingue cuatro fases dentro del propio concurso.
La primera de ellas es la fase común, con la que comienza el concurso, la ley concede la potestad de solicitar el concurso tanto al propio deudor como a cualquiera de los acreedores. Esta solicitud se realiza ante un juzgado mercantil, donde se le otorga a un juez la posibilidad de admitirlo o de rechazarlo. En esta misma fase se determina cual es la más activa de la sociedad (los recursos económicos que tiene la empresa) y cual la masa pasiva (las deudas de la empresa) y en consecuencia se realiza la clasificación de los deudores según su importancia de cobro. La calificación de los deudores se distingue principalmente entre créditos ordinarios y subordinados, siendo considerados los créditos ordinarios como aquellos que gozan de un mayor privilegio en el momento de cobrar (en esta categoría podemos encontrar los acreedores con relación laboral con la empresa y los acreedores públicos como hacienda), y en segundo lugar los créditos subordinados que serán aquellos que podrán recuperar parte de su deuda una vez que todos los acreedores ordinarios hayan cobrado.
La segunda fase del concurso es la de convenio en la que se nombre por parte del juzgado un administrador concursal que será la persona que se encargue de la negociación de la deuda con los acreedores para pactar los plazos de pago y en algunos casos incluso una reducción de la deuda (una quita).
En tercer lugar, se da la fase de liquidación en la que se le permite al administrador concursal vender todos los bienes de los que dispone la empresa con el objetivo de saldar la máxima deuda posible.
Para concluir el concurso se abre la fase de calificación, en la que el juez tiene la potestad de catalogar el concurso de acreedores como fortuito o como culpable Si el concurso es declarado como fortuito será porque el juez ha entendido que la situación económica de crisis ha sido sobrevenida y los administradores no han podido reaccionar previamente. Por el contrario si se califica como culpable los administradores tendrán que responder de su actividad o inactividad por los daños y perjuicios que hayan causado.
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