¿Con o sin humo?

¿Con o sin humo? Esa es la cuestión. Un dilema que parece no tener resolución en un mundo donde precisamente los gases resultantes de cualquier combustión son la materia prima de la mayoría de los seres “respirantes” que en él habitan.

Sin embargo, parece ser que toda la atención se ha desviado en concreto hacia las nocivas exhalaciones del tabaco.

Y, sobre todo, en la permisibilidad o no de “pitarse” un cigarrillo en ciertos lugares públicos, (aunque España no lleve muy bien eso de la emisión de “gases efecto invernadero” y no llegue a los objetivos marcados en el protocolo de Kioto).

Y, así, después de tanto ir y venir con la “nueva ley” se llega ahora a discutir si en las “celebraciones” se podrá o no fumar. Celebraciones, ¿qué celebraciones? Se podrá intoxicar a un recién nacido en su fiesta de bautismo. O a los niños que ya alcanzan “uso de razón” en el día de su primera comunión. O bien, quizás, a los pequeños y mayores que asistan a una boda.

Desde luego, un dilema tan propio de un drama, como tan ridículo como aquel que se presenta en las comedias. El caso es magnificar.

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