Las «Casas Cueva»: Un patrimonio universal en Puerto Lumbreras

Por Antonio Merlos, historiador

La imagen de las numerosas casas cueva, situadas en el entorno del cerro del Castillo de Nogalte, ha sido siempre una de las más llamativas del centro urbano de Puerto Lumbreras, despertando la curiosidad y el interés de miles de viajeros a su paso por la localidad, a los que les sorprendía la gran cantidad de cuevas excavadas en el cerro generando en torno a sus laderas una pintoresca panorámica.

Situadas a distintos niveles, casi encima unas de otras, con un trazado laberíntico acentuado por la espesura de la gran cantidad de pitas y chumberas que tapizaban el terreno, con sus fachadas encaladas donde no faltaban las típicas macetas de geranios o gitanillas y, sobre todo, las emblemáticas chimeneas que salpicaban todo el cerro, estas casas cueva han ofrecido a lo largo de su historia una imagen emblemática de Puerto Lumbreras.

Si bien las primeras de ellas se pueden datar de finales del siglo XVIII, será a lo largo del siglo XIX cuando se produzca una auténtica proliferación de este tipo de construcciones tan singulares; de hecho en el listado que se elabora en 1858, para inventariar el número de viviendas que existe en el centro urbano de Puerto Lumbreras, ya se contabilizan más de 160 cuevas situadas en el entorno del cerro del Castillo de Nogalte y el del Morrón.

Las casas cueva del Puerto han sido y siguen siendo testigos de un modo de vida y de adaptación al medio peculiares. Las margas yesiferas del Terciario, que constituyen la base geológica del cerro y ofrecen unas condiciones óptimas para poder excavarlas, la disponibilidad de más recursos hídricos gracias a la construcción de la presa subterránea de la Rambla de Nogalte a finales del siglo XIX, y la demanda de más mano de obra con motivo del desarrollo del sector agropecuario de Puerto Lumbreras, se encuentran en la base del espectacular incremento de este tipo de construcciones de casas cueva, cuyas características de habitabilidad adquieren en la actualidad una gran importancia al ser consideradas como viviendas bioclimáticas.

Desde el punto de vista arquitectónico se trata de un singular tipo de vivienda que, junto a su aparente sencillez, requiere el conocimiento de una técnica específica para poder llevar a cabo su construcción y mantenimiento. Esa sabiduría popular se basa en elegir correctamente el lugar para excavar la cueva, siempre manteniendo la distancia de seguridad con las colindantes, tanto vertical como horizontalmente; en conseguir aperturar el espacio interior necesario y demandado según la necesidad familiar, en lograr un techo abovedado que garantice la vida estructural de la vivienda, en excavar a su vez la, a veces, interminable y larga chimenea que además proporcionará la correcta ventilación del espacio interior, y finalmente en encalar las paredes de las estancias proporcionando así la necesaria transpiración del terreno, actuando como medida antiséptica y creando la sensación de mayor espacio en las habitaciones, dónde el suelo más habitual será de mortero de tierra y cal pero también de losas de barro o hidráulicas. Estas características constructivas de la cueva logran también una mínima variación de la temperatura interior a lo largo del año, proporcionando ambiente fresco en verano y cálido en invierno.

En cuanto a su funcionalidad se trata de viviendas con una distribución interior sencilla, compuesta por una entrada, más o menos amplia (foto 2), dónde prácticamente transcurre la vida familiar, sirviendo a su vez de sala de estar y de comedor, junto a la que siempre se establece, en uno de sus lados, el espacio dedicado a la cocina (foto 1), dispuesta en torno a una chimenea, y el indispensable tinajero, que unas veces se encuentra empotrado en obra y otras de forma exenta con la tinaja descansando sobre un pie de madera. Alrededor de este espacio se ubican una o dos pequeñas habitaciones que sirven de dormitorio y también otras dependencias menores para albergar los animales domésticos. En general el mobiliario suele ser escaso y sencillo.

La puesta en valor del conjunto patrimonial de las casas cueva ha permitido en la actualidad la musealizacion de algunas de ellas con fines turísticos. Este patrimonio lumbrerense se puede considerar uno de los más universales del municipio, como así lo refleja la documentación histórica y fotografica del que ha sido objeto a lo largo del tiempo.

En 1809 el viajero inglés Sir. John Carr, en su visita a Puerto Lumbreras, quedaba sorprendido por la belleza del casco antiguo cuando afirmaba que » Aquí el torrente ( Rambla de Nogalte ) al que me acabo de referir divide Puerta de Lumbreras y un barrio muy bonito».
En la década de los años 50 del siglo XX las casas cueva de Puerto Lumbreras también fueron inmortalizadas por varios fotógrafos de prestigio que proyectarian su imagen a nivel internacional. Es el caso de la fotografa estadounidense Inge Morath, cuando en 1953, a su paso por Puerto Lumbreras captaba con el objetivo de su cámara la imagen de las cuevas en el cerro del Castillo y el Morrón (foto 3) y de las que afirmaba que se trataba de » …cuevas pegadas a la ladera como pasas».

FOTO 3

También en 1956 el fotógrafo Piergiorgio Branzi plasmó para la posteridad la espectacular foto de las cuevas junto a la margen derecha de la rambla de Nogalte (foto 4).

 

FOTO 4

En la década de los años 60, en el contexto del boom turístico que vivía España, las casas cueva también serían objeto de reconocidos fotógrafos como Francesc Catala Roca, o incluidas como recurso turístico en las famosas postales de Ediciones Fisa (foto 5).

FOTO 5

 

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