Ilusión y magia en la noche de Reyes
Miles de niños recibieron a Melchor, Gaspar y Baltasar en su recorrido por las calles aguileñas
Gaspar con una niña en brazos
Un año más la cabalgata de Reyes se convirtió en el evento más esperado de la época navideña y, por tanto, en el más multitudinario. Así, el pasado viernes las calles de Águilas se llenaron de miles de niños que, acompañados por sus padres y familiares, quisieron recibir a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.
Como viene siendo habitual los tres Magos comenzaron la tarde visitando las residencias de San Miguel y San Francisco, donde repartieron regalos entre todos los mayores de sendas instituciones y compartieron con los abuelos momentos cargados de emotividad e ilusión.
Tras esta visita, pasadas las siete de la tarde, la comitiva iniciaba su pasacalles entre los gritos de miles de pequeños emocionados por ver tan de cerca a sus mágicas Majestades.
Los párvulos, entre risas y alborozo, reclamaban obsequios a su paso y saludaban incansablemente a Melchor, Gaspar y Baltasar que, pese al cansancio tras su largo viaje, no cesaron de saludar cariñosamente a los miles de niños congregados en las principales calles aguileñas.
La magia, la ilusión y la fantasía se convirtieron, sin lugar a dudas, en los principales protagonistas de una tarde en la que los más pequeños fueron las estrellas que más brillaron.
En esta ocasión los Reyes volvieron a llegar al municipio en una fastuosa carroza precedida por una gran séquito integrado por los diferentes cuerpos de baile de la localidad que obsequiaron a los tres Reyes Magos con diferentes números de baile.
Así, al ritmo de la música navideña, la cabalgata tocaba su fin en la Plaza de España, lugar en el que Melchor, Gaspar y Baltasar eran recibidos por el primer edil aguileño, Juan Ramírez, quien acompañaba a tan ilustres personajes hasta la balustrada del Consistorio para desde allí saludar a los miles de niños que se agolpaban en la calle.
El alcalde se convertía entonces en el primer emisario del festejo informando a los Reyes del “buen comportamiento de los niños aguileños”, y asegurando de esta manera que todas las peticiones de los pequeños se convirtieran en realidad.
Momentos después Melchor, Gaspar y Baltasar ocupaban sus tronos, instalados sobre el escenario, para ir recibiendo a todos los párvulos que, uno a uno, fueron subiendo al escenario para realizar sus peticiones de manera individualizada. Muchos de los pequeños lo hacían entregando sus cartas, mientras que otros prefirieron hacerlo a viva voz. No obstante, y con independencia del medio utilizado, los Magos de Oriente tomaban buena nota de todos los deseos de los pequeños a los que, para hacer más dulce la espera, obsequiaban con caramelos.
Tras la mágica cita, todos los niños volvían a sus casas para meterse pronto en la cama y dejar trabajar a los Reyes que durante toda la noche visitaron los hogares aguileños para convertir, un año más, los sueños en realidad.