Los bosques Lorca, Puerto Lumbreras, Murcia o Moratalla, entre otras poblaciones, centran el plan de actuación para combatir la procesionaria del pino
El Gobierno regional pone en marcha hoy una nueva fase del plan de lucha con tratamientos terrestres para combatir la procesionaria del pino en los montes de la Comunidad Autónoma. Estas actuaciones comienzan hoy en Calasparra, donde se intervendrá durante dos días, y finalizarán el 24 de enero en Ricote.
Los tratamientos se realizarán en montes públicos con alta afluencia de visitantes, como áreas recreativas y caminos frecuentados por senderistas, ciclistas y familias. Entre las zonas, cabe destacar enclaves como la Cresta del Gallo, La Luz en el Parque Regional de El Valle y Carrascoy, el camino de la Romería en Torreagüera, el Santuario de la Virgen de la Esperanza en Calasparra y el área recreativa de la Salud en Lorca. Además, se evaluará la evolución de la plaga para actuar en otras zonas.
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una plaga forestal adaptada al clima mediterráneo. En su tercer estadio larvario, las orugas desarrollan pelos urticantes que pueden causar reacciones alérgicas en personas y animales. Durante los meses de invierno, especialmente en febrero y marzo, las orugas descienden al suelo en largas ‘procesiones’ para enterrarse, completando su metamorfosis. Este periodo representa el mayor riesgo para la salud, ya que el contacto con las larvas puede provocar dermatitis, inflamación ocular e incluso problemas respiratorios graves.
Reducción de la superficie
La sequía prolongada ha debilitado los bosques, haciéndolos más vulnerables a la procesionaria y otros organismos nocivos. Sin embargo, las altas temperaturas pueden limitar la plaga (a más de 32 grados las larvas sufren una alta mortalidad). También, la falta de lluvias afecta la disponibilidad de acículas frescas, esenciales para su desarrollo.
Históricamente, la superficie afectada en la Región de Murcia ha disminuido significativamente, pasando de una media de 14.000 hectáreas anuales en el 2000 a menos de 7.000 hectáreas en la actualidad. No obstante, el nivel de infestación ha aumentado en ciertas zonas, con un 50 por ciento de las áreas afectadas presentando infestaciones severas.
Otros factores, como la transformación de los bosques hacia masas forestales maduras, la mortalidad de plantaciones jóvenes debido a la sequía y los incendios forestales, también han influido en la dinámica de la plaga. Estas acciones han reducido las áreas históricamente vulnerables a la procesionaria.
Plan de actuación
Los tratamientos terrestres incluyen la nebulización con cañón atomizador, cuya aplicación de cipermetrina al 0,35 por ciento se realiza mediante cañones montados en vehículos todoterreno para cubrir grandes extensiones rápidamente; pulverización manual, a través del uso de mochilas pulverizadoras en zonas de difícil acceso; y la eliminación manual de bolsones, que consiste en la retirada directa con tijeras de poda para evitar la propagación de orugas.
El producto utilizado, cipermetrina, es un insecticida no sistémico autorizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Durante las operaciones, se señalizarán las áreas tratadas y se controlarán los accesos para garantizar la seguridad.
Este plan forma parte de un programa integral que combina métodos preventivos, biológicos y directos. En noviembre de 2024, se trataron más de 1.600 hectáreas mediante un insecticida biológico basado en Bacillus thuringiensis, con una efectividad superior al 90 por ciento. Además, entre agosto y octubre, se instalaron trampas de feromonas para capturar mariposas adultas y monitorear la densidad poblacional.
Se han implementado medidas biológicas como la instalación de nidales para aves insectívoras y refugios para murciélagos, depredadores naturales de la procesionaria, promoviendo un control sostenible de la plaga.
La Dirección General de Patrimonio Natural y Acción Climática recomienda evitar áreas con nidos visibles o procesiones de orugas, especialmente durante días soleados y ventosos, cuando aumenta el riesgo de contacto. Las recomendaciones para los más pequeños incluyen vigilar que no toquen las orugas, y en caso de contacto con mascotas, se debe acudir al veterinario ante síntomas de inflamación o dificultad respiratoria; y en el caso de los propietarios de jardines, la retirada manual de los bolsones, aplicar productos fitosanitarios autorizados o instalar anillos alrededor de los troncos para capturar orugas.