EL GUARDIÁN DEL TEATRO GUERRA

En su memoria, mil historias que contar después de treinta años de trabajo en el coliseo lorquino... parte de su vida

Esta semana, desde La Actualidad nos acercamos a una persona noble, que derrocha humildad. Al vernos, desnuda su sonrisa, tal y como lo hace a diario mientras patea las diferentes estancias del Teatro Guerra.
Hablamos de Salvador Pérez, el “guardián” del coliseo lorquino, que este año celebra su 30 aniversario desde su restauración, los mismos años que él cumple al servicio de este epicentro de la cultura que abrió sus puertas en el año 1861.

Pregunta: ¿Cuántos años llevas trabajando en el Teatro Guerra de Lorca?
Respuesta: En el teatro llevo trabajando desde que reabrió sus puertas, hace ya 30 años. Reconozco que al principio no me gustó nada y, hoy por hoy, no puede pasar un día sin venir al teatro. Al principio ayudaba a todo, venía cuando había actuaciones para ayudar y preparar cada una de ellas; con el tiempo me dijeron que ya me quedaba aquí.

P: ¿Cuántas personas sois trabajando cada día en el Teatro?
R: A la misma vez que yo están Antonio y Ginés. De Antonio te puedo decir que es un excelente compañero, hemos vivido muchas cosas juntos… y de Ginés, que es el mejor director que se podría tener. Somos una gran familia donde cada uno tiene su parcela, nos decimos las cosas que no nos gustan, nunca ha habido malos entendidos entre nosotros.

P:¿Podrías decir que el teatro forma ya parte de tu vida o mejor dicho es ya una forma de vida?
R: Podría decirte que vengo al teatro a las siete de la mañana y abro las puertas hasta que cierro por las noches, aunque esto es lo que yo quería, ahora es como si fuera mi casa. Vengo hasta los domingos y festivos para abrir las puertas porque no me gusta ver el teatro con las puertas cerradas, el día que no vengo me siento muy raro.

P: ¿Nos podrías contar alguna anécdota que recuerdes con más cariño?
R: Tengo muchas, y de la mayor parte no me acuerdo, pero te puedo contar que Rafaela Aparicio cada vez que venía la mimábamos mucho, porque ya era una persona mayor; ella de mi decía que “era el mejor telonero que había conocido nunca, que subía y bajaba el telón mejor que nadie”. Una mujer especial, muy grande.
Rocío Jurado también fue una mujer especial, una de esas personas que te dejan huella. Otra con José Luis López Vázquez: Un día se puso a fumar en el escenario y le tuve que prohibir que lo hiciera llamándole la atención. El me contestó que fumaba donde quería y si no podía fumar que no actuaba. Entonces le volví a insistir en que no fumara… un “rifirrafe” con el que me llevé de regalo una amistad y una gorra de cuero que él llevaba y que aún la conservo después de 28 años que va hacer.
Otras historias con muchos problemas como por ejemplo: retrasos de camiones para las actuaciones, camiones que no eran los que esperábamos y tener que correr para que todo saliera a tiempo y, eso si, que el espectador no se captara de nada, eso muchas veces.

P: ¿Algún recuerdo que nos quiera contar?
R: Historias tengo de todos los que han pasado por aquí, y fotos con todos ellos, tengo más de 1.500 imágenes. Pero todos formidables conmigo, hasta incluso cuando ya se marchan del teatro se despiden de mi. Yo estoy para que ellos estén bien y trabajen los más cómodo posible.

P: ¿Cuéntanos algo más de ti, de tu familia?
R: Mira, tengo dos hijos, un hijo y una hija, maravillosos. Mi hijo vive en Alcantarilla, otra hija que vive en Lorca, y cuatro preciosos nietos a los que adoro. Mi mujer murió, por lo que estoy mucho mas unido a mis hijos.
Tengo un nieto que este año hace su Primera Comunión; una nieta, Alba, que ya tiene 14 añitos, que estuvo con mi mujer y conmigo siempre… es la mayor, y me viene a ver casi todos los días. Mis hijos valen una mina y no me siento solo nunca. Tengo unas de las mejores familias que conozco.

P: ¿Cómo es un laboral la vida de Salva?
R: Los días que no hay función vengo a las siete de la mañana abro las puertas, me voy a las 12:00 horas a comer. Vuelvo sobre las tres de la tarde y si no hay función sobre las seis y media o las siete ya me voy. Si hay función, poner las sillas bien y que todo esté en condiciones, y media hora antes de la función abro las puertas. Me encargo de las entradas, soy el encargado de sala, el que pone los carteles y los quito, cierro hasta que haga falta. Me da igual que sean las 12 de la noche, yo aquí hasta que pueda.

P: ¿Si tuvieras que elegir tu destino de trabajo volverías a elegir este?
R: A ojos cerrados, no lo dudaría ni un segundo. Esto es mi estilo de vida, forma parte de mi vida, es mi gran familia. Para mi Ginés y Antonio son parte de mi familia y el teatro forma parte de mi vida, aunque ya dije antes que al principio no me gustó mucho el destino que el Ayuntamiento había elegido para mi.
Pero, hoy por hoy, es mi vida.

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