Detrás de la esquina
El Carnaval está a la vuelta de la esquina y sus brillos y ritmos resuenan en la memoria, rememorando los días en los que cada cual se convierte en aquel que en su subconsciente quiere ser. Los sueños se desatan, los niños viven sus fantasías y los jóvenes se dejan embriagar por el espíritu carnavalero.
“Los carnavaleros viven la esperanza de que cada año vuelven las lentejuelas, las plumas y las comparsas a llenar el pueblo con la magia y el color del Carnaval”
Todo empieza con la suelta de la Mussona, un ser mitológico que denota los instintos más primarios y salvajes del ser humano. Una vez liberada la fiera, la locura inunda las calles del pueblo y son muy pocos los que consiguen salvarse de la fiebre de color y música. La batalla entre don Carnal y doña Cuaresma marca la lucha interior de todo hombre entre sus dos naturalezas, la espiritual y la carnal. Gana el espíritu, pero le cede varios días a la carne, siempre tentadora y mortal. Por eso el Carnaval es tan precipitado y fugaz.
La gente lo vive como si el tiempo se escapase por momentos. Y no en vano dura unos pocos días, que siempre saben a poco. Pero a los carnavaleros les queda la esperanza de que el próximo año volverán las lentejuelas, las plumas y las comparsas a llenar el pueblo con la magia y el color del Carnaval aguileño.