La sabiduría de los ignorantes
La ignorancia siempre está dispuesta a admirarse”, dijo Nicolás Boileau. Y debe ser así, porque encontramos cada día a nuestro alrededor muchas personas visiblemente satisfechas de su sabiduría, y poseídas de la multitud de sus conocimientos.
Todos opinan sobre todo; no importa qué tema se comente y, aunque Aristóteles dijo que “la duda es el principio de la sabiduría”, parece que ya nadie duda nada. Es por ello que nadie necesita aprender y, como consecuencia, han desaparecido los “aprendices”, aquellas personas que formaban parte del mundo laboral.
En distintos oficios y empresas se comenzaba por el principio, o sea, por la formación paciente y constante al lado de un profesional. En muchas ocasiones comenzaban con conocimientos adquiridos a través del estudio y los ponían en práctica, poco a poco, guiados por un instructor.
Otras veces, el joven comenzaba desde cero hasta convertirse en un especializado profesional. De esta forma, el inexperto se sometía a la instrucción y guía del docto en la materia, del verdadero experto.
El resultado era la correcta formación de técnicos expertos en las más variadas profesiones. Hoy son muy pocos los que están dispuestos a someterse a este tipo de adiestramiento, por lo cual lo que abunda es la “mano de obra”, o sea, trabajadores sin especialización de ningún tipo que lo único que pueden hacer es obedecer órdenes de una forma mecánica.
Como no son profesionales, no encuentran satisfacción con ningún trabajo y, por regla general, van cambiando de actividad, de sitio en sitio, dando cumplimiento fiel al dicho “aprendiz de mucho, maestro de nada”.
Luego están aquellos que han recibido formación académica, en Facultades, Escuelas técnicas, mediante cursos específicos, etc. Tras la fase de estudiantes salen a la calle con la idea de que ya lo han aprendido todo, y se introducen en el mundo laboral desestimando los conocimientos y la experiencia de otros que no poseen una titulación, pero que llevan veinte años en la práctica de esa actividad.
La mayoría de las veces demuestran que son incapaces de aplicar la teoría que han aprendido y se dan unos “batacazos” de campeonato. Y es que sólo el que se enfrenta a la vida con humildad, deseoso de aprender, y se somete a la dirección de personas con más conocimientos, puede alcanzar gradualmente la especialización, el conocimiento, la sabiduría.
En una ocasión, un periodista preguntó a Montserrat Caballé qué era lo que más detestaba; ella contestó: “La sabiduría de los ignorantes”. ¿Por qué los niños aprenden tanto y tan rápido? Pues porque están continuamente haciendo preguntas a los mayores, porque reconocen que saben más que ellos y todo les parece interesante.
JESUCRISTO dijo que era necesario “volvernos como niños”, aludiendo a la inocencia, la sinceridad y la sencillez de corazón. Él nunca hizo alarde de Sus conocimientos, sino que los compartió con los que quisieron escucharle, comportándose con una gran humildad y paciencia. En uno de sus Salmos el rey David escribió: “El testimonio de DIOS es fiel, que hace sabio al sencillo”.