Mercedarias y antiguos alumnos del Colegio Madre de Dios comienzan el envasado de los ‘rollicos’ de San Blas
Los beneficios de la venta se destinarán a ayudar a familias desfavorecidas del centro escolar y de Lorca y a los damnificados por la Dana de Valencia
Antiguas alumnas del Colegio Madre de Dios de las Madres Mercedarias y amigos de la Merced vuelven estos días al que fuera su centro escolar. Y lo hacen por una buena causa, ayudar al envasado de los ‘rollicos’ de San Blas. “Es una tarea muy laboriosa que lleva muchos días. Estamos hablando de 400 kilos, unos 103.000 ‘rollicos’, que hay que ir introduciendo en pequeñas bolsitas a razón de 14 dulces en cada una. En estas tareas colaboran miembros de la Asociación de Antiguas Alumnas del Colegio Madre de Dios y Amigos de la Merced, en turnos de mañana y tarde”, ha afirmado este viernes la presidenta de la Asociación de Antiguas Alumnas del Colegio Madre de Dios y Amigos de la Merced, Inés Lorca.
En una gran mesa se muestran esparcidos en grandes montones cientos, miles de ‘rollicos’. En torno a ella, más de una docena de voluntarios que con guantes y mascarillas van introduciendo los dulces del santo en pequeñas bolsitas que luego son cerradas con un pequeño precinto de color rojo. Entre las que realizan esta labor, algunas de las monjas del Monasterio de la Consolación de las Madres Mercedarias. Precisamente, las que durante todo el año se encargan de hacer una a una las dos mil trescientas reliquias que se pondrán a la venta. “Son muy laboriosas. Se hacen con lana y seda. No hay descanso. Al día siguiente de la celebración de San Blas se comienzan a hacer y prácticamente hasta la noche anterior a la festividad se están tejiendo con una fina aguja de ganchillo”, ha explicado Lorca.
La festividad de San Blas comenzará ese día muy pronto. “En el salón de actos del Colegio Madre de Dios, con entrada por la calle Cava, a las ocho de la mañana será la eucaristía que ofrecerá el párroco de la iglesia de Santiago, José Manuel Martínez Rosique, a la que podrá asistir todo aquel que lo desee. Tras la ceremonia, será la bendición de los ‘rollicos’ y de las reliquias de San Blas. Y poco después, en torno a las 9.15 horas, se iniciará la venta en el puesto que se instalará en el edificio Merced Raíces y Futuro, en la calle Zapatería, frente al Colegio Madre de Dios de las Mercedarias”, ha explicado.
En ese mismo lugar podrá visitarse el grupo escultórico ‘El milagro de San Blas’, de Francisco Salzillo, del siglo XVIII, que únicamente se exhibe al público durante la festividad del santo y en la Noche de los Museos. El grupo escultórico representa el milagro realizado por el santo al resucitar a un niño de pocos meses asfixiado por una espina de pescado atravesada en su garganta.
Durante todo el día se podrá rezar a los pies de San Blas, algo que también podrán hacer los alumnos del centro escolar. La presidenta de la Asociación de Antiguas Alumnas del Colegio Madre de Dios y Amigos de la Merced ha afirmado que este año los beneficios de la venta se destinarán “a ayudar a familias desfavorecidas del colegio de las Madres Mercedarias y de Lorca, pero también a los damnificados por la ‘Dana de Valencia’. Este año, especialmente, queremos ayudar a los valencianos como también ellos lo hicieron con Lorca cuando nos sobrevino el terremoto”.
El milagro que se rememora
Francisco Salzillo esculpió magistralmente la secuencia, el preciso instante, en que sucedía el milagro realizado por San Blas, obispo de Sebaste (Armenia). La obra fue protagonista de la primera edición de la exposición ‘Huellas’, que se celebraba en la catedral de Murcia hace años, y que podrá ser visitada en el único día del año –junto a la Noche de los Museos- que el monasterio abre sus puertas para su contemplación.
Representa el momento del milagro realizado por el santo al resucitar a un niño asfixiado por una espina de pescado atravesada en su garganta. La madre, arrodillada junto al obispo, le presenta al hijo muerto que, desnudo, yace inerte sobre sus brazos. El cuerpo del pequeño no presenta la rigidez de la muerte, sino que un lánguido movimiento se desliza por la perfección de su anatomía. Son detalles que ofrecía Espín Rael, en 1931 y 1941; Sánchez Moreno, en 1945 y 1983; Pardo Canalís, 1965; Morales y Marín, 1975; y Ramallo Asensio, 2000, y que fueron incluidos en el recopilatorio del volumen ‘Huellas’, en el apartado sobre detalles del grupo escultórico.
Se hacía referencia a las suaves caídas del brazo izquierdo y la cabeza, los párpados semicerrados y los labios entreabiertos, así como la policromía levemente cárdena del rostro y del cuerpo. Son los signos artísticos indicativos de la muerte, en este caso más bien un sueño transitorio, donde Salzillo manifiesta en grado sumo su arte y su sensibilidad al esculpir esta figura infantil, casi perfecta en sus dimensiones y anatomía, y variante del prototipo del Niño que el artista supo crear como nadie.
Y refería que la escultura de la madre “es fiel reflejo al prototipo de la mujer popular de su época que el escultor conocía y adaptaba versátilmente a las exigencias iconográficas. Su rostro, su peinado recogido en una trenza doblada, donde el lazo anaranjado pone el toque de gracia femenina, y su actitud suplicante, en bien poco difieren de las figuras de las madres de los Inocentes, de la Verónica o de las Dolorosas. Pero aquí, el movimiento y perfección de las manos, de rasgos elegantes y finos, y la riqueza de la indumentaria, policromada en tonos azules y verdosos y casi ampulosa en el volumen de la envolvente manteleta, ribeteada en una banda dorada y esgrafiada, prestan a la figura femenina un aplomo bien alejado de la vulgaridad”.
San Blas, está representado con los atributos episcopales: la mitra, el báculo y la capa pluvial que, esplendorosa, con doble caída en la espalda y rematada en flecos dorados, cubre lo que sería el alba y la casulla. El color azul celeste predomina en la policromía de la indumentaria episcopal en un intento, quizás, de suavizar la barroca ampulosidad de unas telas que anulan casi totalmente la anatomía humana.
El santo inclina levemente su cabeza hacia el niño mientras extiende su brazo derecho, cuya mano plasma el poder taumatúrgico en sus dedos abiertos y extendidos. El rostro resulta esencial en el conjunto de la escultura para afirmar, una vez más, que reproduce uno de los prototipos propios de Salzillo. El insinuado bigote y la perilla oscura y recortada le imprimen una impronta casi idéntica a la de San Isidro de los Cuatro Santos Hermanos de Cartagena, realizados en 1754.
Un año después se cree que Francisco Salzillo esculpió ‘El Milagro de San Blas’ que las Madres Mercedarias de Lorca guardan con celo en su convento que abren cada día 3 de febrero, festividad del santo, para permitir que lorquinos y visitantes recen a sus pies.