ARTÍCULO DE OPINIÓN: ”José Luis Salas Martínez o el Carnaval de Águilas”

JOSE LUIS SALAS
AUTORA: Isabel María Pérez Salas.
https://elblogdeisaperez.blogspot.com.es

Águilas ha contado, a lo largo de su historia carnavalera, con muchos personajes que animaban las calles cuando aún no existía el actual Desfile de Carnaval, y con muchos momentos inolvidables que todos tendremos en la memoria por mucho tiempo que pase. ¿O no recordamos, como si fuera ayer, al Popeye disfrazado de mujer, con el pintalabios rojo corrido por media cara y esos ojos que, más que otra cosa, asustaban al mirarlos, de tanto maquillaje que llevaban? Pero, no sólo contábamos con este querido personaje que nos dejó hace unos años, sino que la lista de ilustres carnavaleros se ha ido engrosando con el paso del tiempo y con el auge de esta fiesta que llena de luz y color las calles de Águilas.

Voy a intentar que este artículo sirva hoy para homenajear de algún modo a uno de esos ilustres personajes que tanto le han dado al Carnaval. Vamos a hacer un pequeño recorrido por la vida carnavalera de mi tío, José Luis Salas Martínez, Máscara de Oro 2013, Don Carnal 1989 e imprescindible para el Carnaval de Águilas, hasta el punto de no respirarse lo mismo en el ambiente durante esos desfiles del domingo por la tarde, desde que dejó de bajar por la avenida Juan Carlos I, acompañado de su inseparable pareja de baile, Juan Aguilar, amigo y cuñado, vestido, siempre, de mujer. Porque, una cosa que ha caracterizado a esta pareja, ha sido que han sabido encontrar la risa del público que cada año se sienta en los palcos, al emular, con total exactitud, a los personajes polémicos del año en curso, siendo una de las favoritas, sin ninguna duda, Isabel Pantoja, personaje que, según tocara, iba acompañada de unos u otros.
Hay varios indicadores que los aguileños esperamos año tras año a que se produzcan, para tener la certeza absoluta de que llega el Carnaval. Uno de los más sonoros (por aquello del boca a boca), y que más gracia nos ha hecho siempre, ha sido el ir una mañana por la calle Conde de Aranda, por ejemplo, camino del trabajo y encontrarte de frente con José Luis Salas y su medio bigote. A partir de ese momento tan pintoresco es cuando Águilas empieza a oler a Carnaval.
Si me remonto al principio, al instante en el que todo empezó en casa de la familia Salas, doy con uno de los momentos que todos en casa recordamos con mucho cariño: el primer año en el que, él, forofo de los disfraces, logró convencernos a todos para crear la primera peña de carnaval al estilo desfile, a la que luego seguirían muchas otras, dando lugar a lo que hoy conocemos como el Desfile de Carnaval. Ese año, 1982 si no me falla la memoria, se disfrazó de una tradicional niñera negra con un vestido granate largo hasta los pies al que no le faltaban ni su cofia ni su delantal inmaculados. Con fuerza, agarraba un inmenso carrito de caoba marrón del tamaño de una cuna en el que iba mi hermano Juan, muy bien acostado, con su traje de acristianar blanco como la nieve, mientras que los demás niños, todos con elegantes ropas de época, incluidos los pololos con puntillas, bailábamos al son de la música que llevábamos a cuestas de un sitio a otro del centro del pueblo, para diversión de todos los que nos veían por la Glorieta. ¡Porque imaginaos a un zagalón de casi cuatro años haciendo de bebé metido en una cuna inmensa, paseado por un tiarrón de cara negra como la noche con vestido y cofia! Fue un año carnavalero muy divertido y gracioso que todos, estoy segura, recordamos con muchísimo cariño.
Ahí empezó la tradición de los Salas y, desde entonces, pasaron muchos años en los que no faltábamos a la cita aguileña, encabezados por mi tío, y, poco después, a los desfiles, en los que nos divertíamos bailando y jaleando a los espectadores durante todo el recorrido. Siempre que llega el día del primer desfile y paso por la Glorieta recuerdo como mi tío José Luis imponía orden al ir llegando a la tienda de Emiliano: “¡Eh, nenes! – Nos decía- ¡A lucirse y a hacerlo bien que por aquí están sentados los jueces!”. Que eran los que decidían los premios, claro está….
Con el correr de los años llegaría la experiencia de una peña más grande, Los Mosqueteros, en la que cabían todos los que deseaban venir; y, después, la experiencia del carnaval en pareja, una vez que los hijos y los sobrinos empezamos a ir cada uno por nuestro lado. Eso sí, ninguno faltamos a la cita su año de Don Carnal; todos nos pusimos nuestras mejores galas y le acompañamos a la Plaza de España a batallar contra doña Cuaresma y a inaugurar la gran fiesta que es nuestro Carnaval.
En el recuerdo de esos años, no falta mi abuela Lucía (la del Rubial) sentada en la gran sala de la fábrica de gaseosas, aguja en mano, cosiendo sin parar para tener listos los disfraces de turno, o en la cocina preparando la gran olla de cuerva. Fueron años bonitos, entrañables, familiares, … Años inolvidables que nos ayudan a honrar, de algún modo, la figura entrañable e inigualable del que es, sin duda, uno de los imprescindibles en esta fiesta; del que ha llevado “hasta el infinito y más allá” el nombre de Águilas grabado a fuego en su corazón. Porque hablar de Carnaval, es hablar de él, de mi tío, José Luis Salas Martínez.
Os deseo a todos un muy Feliz Carnaval 2016.

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