Negligentes
Ayer estuve leyendo y meditando una noticia que, aunque bien conocida, me impacta siempre: “La ONU certifica que el cambio climático es culpa del hombre”. El texto comenzaba diciendo que “los científicos ya han hecho su trabajo y emitido su sentencia: el cambio climático actual es inevitable, abrupto, acelerado, durará siglos y ha sido causado en su mayor parte por la acción del hombre. La situación actual, acordada en un contundente documento de consenso por los 3.500 científicos que forman parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y los representantes de 150 países, que se reunieron en Valencia, es como una película de ciencia ficción «terrorífica». Pero aún hay lugar para la esperanza si se actúa a tiempo”.
Aunque a este respecto la comunidad científica está unida, no ocurre lo mismo en la comunidad política, siendo ésta la que debe adoptar las medidas necesarias. Es imprescindible combatir el cambio climático. Es un desafío que debe enfrentar el ser humano si quiere seguir sobre este planeta, ya que es el responsable, en un noventa por ciento, de esta catástrofe natural que se avecina, y cuyas manifestaciones ya hemos empezado a ver y a sentir. Casualmente, unas horas después de leer ese artículo recibí un e-mail titulado: “Himno a la belleza del mundo”, con fotografías de una belleza indescriptible sobre diferentes paisajes naturales, sin huella humana, y frases tales como: “Morimos en cada flor y en cada árbol que destruimos”, “no ahoguéis el canto de los pájaros”, “no ensuciemos el azul del cielo”, “no dejéis pasar la última oportunidad de La Tierra” o “hagamos de la Tierra un inmenso jardín para los que vendrán detrás de nosotros”. Lo desconcertante es que todos lo hablamos y estamos de acuerdo en cuidar y proteger nuestro entorno; somos conscientes, por lo tanto nuestra culpabilidad es aun mayor, porque no hacemos nada y seguimos derrochando energía y agua a caudales.
Ensuciamos con dióxido de carbono nuestro aire, talamos bosques y…Todos lo sentimos muchísimo, pero ninguno está dispuesto a renunciar a nada. Utilizamos los vehículos para desplazarnos, cuando podemos caminar, las calefacciones están tan altas que tenemos que estar bebiendo líquidos para no deshidratarnos y encendemos la luz en lugar de subir la persiana. Somos unos irresponsables empedernidos, como personas, como seres vivos, como padres, como guardianes del planeta. ¿Piensan que no vamos a pagarlo caro? Hemos de reaccionar YA. El apóstol Pablo escribió, hace ya mucho tiempo, que “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. Hemos recibido un legado de gran valor, un patrimonio muy hermoso, y lo estamos destruyendo día a día con pasos agigantados, a causa de nuestra ambición desmedida. DIOS lo hizo todo perfecto y nos dio la oportunidad de administrarlo y disfrutarlo, pero hemos despreciado ese legado. Un día ÉL nos pedirá cuentas por nuestra ineptitud, por nuestra actuación negligente y, entonces, no podremos responder con “evasivas” como hacemos ahora. Aun estamos a tiempo de evitar la destrucción total, y, además, tenemos los medios para hacerlo. Ahora. Todos. Sin excusas.