Tras la máscara
Frente a la definición de máscara que puede aparecer en cualquier diccionario o enciclopedia, diciendo de ésta que es “una cobertura de la cara, que quien la usa comunica una identidad diferente a la propia”, existen aquellas dictadas por poetas como Neruda o Paz. Para el chileno se trata de algo así como “con la mirada perdida y no obstante existente”, mientras que el creador de “Libertad bajo palabra” dice de la máscara que es “la mirada que no mira y mira”.
En cualquiera de los tres casos predomina la ambigüedad, o mejor dicho, un extraño binomio marcado por la contradicción. Una simbiosis entre lo que es y lo que no, lo que se quisiera ser o parecer, aquello que oculta una identidad para dar vida a otra diferente… la máscara está presente en la historia del hombre desde sus orígenes y posiblemente permanezca hasta sus postrimerías.
Con sentido lúdico, religioso, mágico e, incluso, fatalista, el hombre ha hecho y hace uso de la máscara siempre como de una “segunda posibilidad”, amparándose en ella ante la terrible omnipresencia de su única imagen. No obstante, tras la máscara, el “verdadero”, siempre parece acechar, quizás por el mismo miedo que le obliga a usarla.