Irresponsables

A lo largo de 2007 hubo 139.000 rupturas matrimoniales. Según las estadísticas, cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en España. Los dos problemas básicos en la disolución del vínculo matrimonial son el dinero y los hijos, y por este orden. Aunque parezca contradictorio, suele ser así. “Los hijos no son divisibles, pero es más fácil que los cónyuges lleguen antes a un acuerdo sobre su guarda y custodia que sobre el reparto de los bienes, que sí lo son”, corrobora María Teresa Antón, técnico del Servicio de Mediación Familiar de la UNAF.

Francamente, no entiendo qué es lo que lleva a miles de personas al matrimonio; no se por qué razón se casa la gente. Está visto que la mayoría de las parejas no llegan a conocerse nunca, ni cuando llegan al divorcio, ni siquiera cuando llegan al matrimonio. Existe una ignorancia suprema en cuanto a qué es un matrimonio.

Por lo visto la mayoría de las parejas se dejan llevar por ilusiones ficticias y por imágenes idealizadas del otro que desaparecen al primer contacto con la realidad. La convivencia entre dos personas es algo extremadamente difícil. Es indispensable el respeto mutuo, la amistad y el dominio propio para poder compartir la vida con otra persona. Si además de esto existe el amor, entonces el terreno está bien abonado para el matrimonio. La irresponsabilidad de casarse y, peor aún, de tener hijos, sin pleno conocimiento de lo que ambas cosas suponen debería estar penalizada. Son cientos de miles de niños indefensos los que sufren ataques psicológicos a diario por parte de sus ineptos y despiadados progenitores.

Niños que sufrirán traumas, a veces, durante toda su vida. Si la paternidad responsable es imprescindible, el primer paso es una estructura familiar estable donde los niños puedan crecer confiados y seguros.

Los divorcios, además, salpican a otras personas del entorno, como son padres, hermanos o amigos; todos se ven involucrados en la ruptura de alguna manera. El concepto idealizado del matrimonio conlleva falsas expectativas, respaldadas por el cine o la literatura donde el final feliz llega con el matrimonio. Es todo lo contrario; la “verdadera película” comienza tras la boda. Si no estás dispuesto a asumir los compromisos que conlleva el matrimonio: No te cases. ¿Quién te obliga? Hace cuarenta años, quizá, por las presiones sociales; pero en la sociedad actual se goza de otras libertades y posibilidades.

Es curioso observar que hoy en día existen cursos, seminarios y masters de todo tipo, para cualquier cosa; en cambio ¿Qué del matrimonio? Es necesario prepararse para este trance, y con mucha más razón, ya que va a depender de su resultado nuestro bienestar psíquico, incluso físico y económico.

El enamoramiento es la “chispa” que da comienzo al amor, que es lo que sostiene al matrimonio, pero un amor desinteresado, que conoce la realidad y la acepta. Se trata de un sentimiento práctico que debe ser renovado a diario y en el que se debe trabajar con constancia. A nivel legal es un contrato, a nivel moral es una entrega mutua, a nivel espiritual es una unión ante DIOS.

Fue ÉL, precisamente, el que “inventó” el matrimonio como un instrumento para nuestra felicidad y, como siempre, nosotros lo estropeamos.

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