No hay convención
Esta puede ser la prueba, humilde pero evidente , de que no existirá jamás convención entre los hombres, acuerdo para definir lo que es bueno y lo que es malo; cuando dos hombres jóvenes, con educación y experiencias similares no consiguen acercar posturas hasta alcanzar una convención básica, es que la moral seguirá siendo la personal, la de cada uno y, como mucho, cuantitativa que no cualitativamente, la de alguna secta religiosa o grupo social especialmente disciplinado, que suele llevar connotaciones más peligrosas.
La forma de percepción de la realidad es la que más nos distancia. Para bajar a ras de suelo, por ejemplo, hace un par de días ETA ha puesto una bomba en la sede de Falange; para algunos puede ser tan criminal que los asesinos habituales sigan poniendo bombas, como tan absurdo que exista todavía un partido tan arcaico, de infausto recuerdo y seguramente con tres zumbados como únicos seguidores fieles.
Hay veces que cogemos el rábano por las hojas, y eso es aplicable a las cuestiones morales, por ejemplo, ahora se ha descubierto que los presos de Guantánamo eran obligados a comer carne de cerdo. Tan salvajes pueden ser los carceleros como descerebrados los que consideran todavía que catar un jamón de Huelva es pecado.
Es la conciencia de cada uno, con la experiencia que acarrea, con las enseñanzas que ha recibido, con los efectos que sus acciones han tenido sobre los demás, la que formará una moral individual que en la mayoría de los casos coincidirá con la de otros individuos. Posiblemente no cierren un acuerdo muy detallado de lo que es bueno y lo que no lo es, pero en lo sustancial habrá consenso. Esa es la esperanza. Se llame sentido común o conciencia luterana.
De todos modos me da la sensación de que esta individualidad, si no es fuerte y estable, permite que surjan elementos, considerados jerárquicamente superiores y apliquen la moral propia a los que caigan en la trampa, a los más colgados, a los más indecisos, a los que no creen en sí mismo lo suficiente, a los más cándidos y a los que se arrepienten a diario de cuanto hacen, o a los que consultan continuamente a otros si están bien o no sus actos. Tan tonto puede ser el que se suicida con una bomba debajo del sobaco porque va a vivir entre vírgenes como los que esperaron que acabara el mundo hace 6 años.
Alguien, superior jerárquicamente, ha tenido la habilidad de llevarlos al huerto y allí, abandonarlos …. por gilipollas.
Estar vacunados contra estos elementos sería suficiente para ver el futuro con más seguridad, una vez descartado alcanzar la moral universal….por convención
Creo que puede ser muy acertado leer los últimos libros de Jesús Mosterín y de Michel Onfray que desarrollan teorías admirables, como para saber ubicarse en este mundo, por cierto, más salvaje que el de la selva.
En fin, amigo Salvador, yo también me he divertido debatiendo contigo, pero será mejor que dejemos estas tribulaciones, como dicen los snobs, en stand-by . Nos dedicaremos a otras cuestiones más terrenales, o terrenas; bueno, bueno, vaya un compromiso, con lo delicado que está este tema en nuestro pueblo…