Anestesiados

Francisco López Belmonte

Hace unos días que tuve el privilegio de escuchar una entrevista digna en televisión. Como comprenderán, esto es una cosa que ocurre muy pocas veces. El presentador “sabía preguntar” y el entrevistado era un hombre inteligente y culto que sabía perfectamente lo que decía. Esto es para hacer “sonar las campanas” y me llenó de honda satisfacción presenciar semejante evento.

El personaje es un escritor consumado, de gran éxito (afortunadamente, ya que ahora cualquier imbécil escribe y vende libros y muchos genios pasan desapercibidos), que observa la sociedad con un gran realismo y objetividad. Pero también es una persona que llama las cosas por su nombre, sin remilgos, ni rodeos.

Después de más de veinte años como corresponsal de televisión en distintos países (¿o debería decir de guerra en guerra?) y habiendo visto todo lo que podía y, a veces no quería, ha llegado a ciertas conclusiones determinantes, claras y precisas sobre el mundo en que vivimos. Sus aseveraciones son tan precisas que es imposible rebatirlas, diciendo la verdad, claro.

De todas las cosas trascendentes que expresó en apenas tres o cuatro minutos que duró la entrevista, me impactó lo siguiente: “En la antigüedad, en la Edad Media, los médicos recetaban analgésicos para aliviar o quitar el dolor, pero hoy recetan anestésicos, por lo que la sociedad actual vive anestesiada”.

Pérez Reverte se estaba refiriendo a la pasividad con que todos afrontamos actualmente la realidad que nos rodea. Nos hemos acostumbrado a observar lo malo y lo contemplamos ya sin reacción alguna, como anestesiados por el horror, la indiferencia y la infamia que tenemos que presenciar diariamente. Terminó este hombre diciendo que las cosas van a peor y que no espera mejora alguna para esta sociedad.

Me impactó que llegara a esta conclusión, ya que es la misma que se contempla en la lectura de la Biblia, escrita hace miles de años. Los cristianos genuinos, los que seguimos a CRISTO, ya lo sabemos desde hace tiempo; la sociedad no tiene arreglo, aunque seguimos luchando por mejorar todo aquello que esté al alcance de nuestra mano, y lo seguiremos haciendo.

El apóstol Pablo escribió en su Carta a los Romanos: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (de vuestra mente).

Nosotros, los cristianos, somos “eternos rebeldes” contra la violencia, la injusticia, la impasibilidad ante el sufrimiento ajeno, la ambición desmedida de gobiernos ricos que no miran a los menos afortunados.

Yo no pienso vivir anestesiado; estoy, y quiero estar, bien despierto porque no me pienso dejar llevar por la inercia de una sociedad corrompida que vive ciega porque quiere.

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