Gran éxito de ‘Escuchar con los pies’

Afirmaba el compositor John Philip Sousa, conocido como ‘El rey de las marchas’, que el jazz debe escucharse a través de los pies y no del cerebro. Entendamos sus palabras apelando a un fenómeno físico antes que intelectual y no podremos sino estar de acuerdo. Sobre todo si hablamos de jazz swing, estilo del que disfrutamos a modo el pasado viernes por cortesía de dos líderes de calado, como lo son el británico Ray Gelato -toda una institución del género- y el alicantino Enric Peidró, máximo referente nacional. El histórico Casino de Águilas resultó un magnífico marco, cálido y acogedor, para deleitarnos con una velada más que interesante.

Tanto Peidró como Gelato, ambos armados de saxo tenor, entienden el swing de una manera melódica, ya sea en las piezas de tempo medio o alto. Su criterio, distinción y personalidad en los solos define sus modos sonoros, siempre partiendo de una base clásica. Es un swing creativo e imaginativo, pero también accesible y hasta amable, siempre interpretado desde un alto grado de calidad y con un objetivo meridiano: hacer disfrutar a la audiencia.

El concierto comenzó con las interpretaciones, alteradas en los tramos solistas, con ‘Twistin’ the Jug’, una composición de Gene Ammons, y ‘A sound investment’, de Flip Phillips. Pero fue a raíz del ‘medley’ de originales de Duke Ellington y Jimmy Van Heusen cuando la llama prendió definitivamente, hasta alcanzar el fuego eterno cuando Ray Gelato se lanzó a cantar ‘It dont mean a thing’. No por su excelencia vocal -la cantó bien, desde luego- sino porque de algún modo ahí se rompió el concierto y apareció esa inspiración que nunca puede contener un pentagrama. Gelato lo hizo, no esperábamos menos, y todo se volvió menos previsible y más dinámico y audaz. A veces hay que romper un cristal para que entre el aire fresco.

Bien arropados los dos líderes por el pianista Richard Busiakiewicz, el baterista Carlos Gonzáles y el genovés Paolo Furio Marasso, contenido pero muy diestro al contrabajo, ‘Stumpy’ (Coleman Hawkins) y ‘Flying home’ (Benny Goodman / Lionel Hampton), junto a una serie de señaladas improvisaciones, pusieron la coda final a un concierto distinguido y con momentos ciertamente vibrantes. Buena idea la de acabar con una pieza del denominado ‘Rey del swing’ para redondear, si cabe, un paladar bien sabroso. Y es que ya lo dijo George Gershwin: “en cierto modo la vida es como el jazz, es mejor cuando improvisas”. Ni se me ocurriría contradecirle.

FUENTE: Asociación Amigos de la Cultura

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