Día 15: nos acercamos al ecuador del confinamiento en Águilas

Es sábado. Por cierto, esta madrugada cambiarán la hora, aunque eso no importe demasiado en cuarentena. Y es que, en Águilas llevamos 15 días de confinamiento, con un tiempo que hoy ha empezado a acompañar, ya que ha salido el sol tras una semana de lluvia. En fin, nos conformamos con mirar por la ventana, porque, siendo cierto es, desde luego, un mal menor que debemos asumir con entereza, disciplina y, en lo posible, con buen humor, porque activar el mecanismo intrínseco de la mala leche no es buena idea y mucho menos en aislamiento. ¡Ánimo y a por ello!
Fuera, la ciudad continúa con un silencio sepulcral y cada vez se ve menos gente en las calles, menos colas en las puertas de los establecimientos y menos compras como, si fuera el fin del mundo. Tenemos claro que todo volverá a ser normal y el bullicio y la alegría volverá a brotar este verano en las calles de Águilas, en La Glorieta y en todas las plazas, ahora precintadas.
Hoy, desde La Actualidad, realizábamos un reportaje para conocer las impresiones de los comerciantes que no han bajado la persiana, aprovechando para hacer alguna compra. A la cuarta va la vencida. Tras pasar por cuatro farmacias -bueno, también por la Droguería Santamaría-, encontramos existencias de gel hidroalcohólico, nos comentan que están recibiendo un par de veces a la semana, pero que se agotan en una hora; en cambio, las mascarillas y guantes son como las meigas o el polvo de unicornio.
Los farmacéuticos aseguran que las mascarillas estaban agotadas semanas antes del estado de alarma, de la Prehistoria de esta pandemia global, ya que las empresas mandaron sus existencias hasta China, donde comenzó esta pesadilla.
Salimos de comprar el gel, nada barato por cierto. La calle ofrece una imagen apocalíptica, apenas do o tres personas paseando al perro y una mujer octogenaria que camina deprisa a pesar de su edad, sin detenerse. Al fondo, en la panadería, tres personas hacen cola -por supuesto, con el atuendo oficial de mascarilla y guantes-, manteniendo las distancias.
Ya, de camino a la oficina, una cartera, con mascarilla y guantes, hace su reparto en otra calle. Dice que ahora se nota que “hay un poco menos” de volumen de trabajo y que tiene miedo de contagiarse, que ya no se firman los certificados y la paquetería también ha bajado…
En fin, volvemos al confinamiento.
Salva Giménez
//La Actualidad

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