“Salve, Regina, mater misericordiae”
Los mayordomos portan sus velas mientras suena la obra compuesta por Juan Antonio Gómez Navarro, sin dejar de mirar fijamente al trono de la Virgen de los Dolores
Los mayordomos, desde los más veteranos a los más jóvenes, aguardaban en silencio alumbrados por sus velas. Un auténtico ritual de amor y devoción hacia la Virgen de los Dolores volvía a repetirse, en la Iglesia de San Francisco.
Allí, un año más tenía lugar la Salve en honor a la Santísima Virgen de los Dolores, la Reina de los azules.
«Salve, Regina, mater misericordiae/ vita, dulcedo, et spes nostra, salve./ Ad te clamamus, exules filii Evae. / Ad te suspiramus, gementes et flentes, / in hac lacrimarum valle».
Con esta estrofa comenzaba “La Salve” que Antonio Gómez Navarro, el que fuera maestro de capilla de la Catedral Mezquita de Córdoba compusiera en 1903 a la Virgen de los Dolores.
“La Salve” es un acto muy emotivo en el que se hacen protagonistas el incienso y la cera de las velas dentro de una gran devoción.
Como es tradición, los mayordomos portaron sus velas mientras sonaba la obra compuesta por Juan Antonio Gómez Navarro, sin dejar de mirar fijamente al trono de la Virgen de los Dolore, iluminado solamente con la luz de las velas portadas por los fieles, iba calando hondo en el corazón de todos.
El templo se llenó de mayordomos veteranos, que de la mano de los más jóvenes, algunos simplemente niños, cedían el protagonismo a los que se incorporan a la cofradía.