Semana…¿Santa?

Al pensar en esta celebración de la Iglesia Católico-Romana no puedo evitar el hacer, mentalmente, una clasificación compuesta por tres grupos de personas en nuestra sociedad: 1- Los religiosos (da igual la religión); 2- Los cristianos (discípulos de CRISTO); y 3- Los no creyentes (ateos o agnósticos).

“Sabemos por Eusebio -nos explica Newman (un cardenal Católico Romano de finales del siglo XIX) -que Constantino, para atraer a los paganos a la nueva religión, traspuso a ésta los ornamentos externos a los cuales estaban acostumbrados… El uso de templos dedicados a santos particulares, ornamentados en ocasiones con ramas de árboles; incienso, lámparas y velas; ofrendas votivas para recobrar la salud; agua bendita; fiestas y estaciones, procesiones, bendiciones a los campos; vestidos sacerdotales, la tonsura, el anillo de bodas, las imágenes en fecha más tardía, quizá el canto eclesiástico, el Kyrie Eleison, todo esto tiene un origen pagano y fue santificado mediante su adaptación en la Iglesia”.

Las modernas Hermandades, no han hecho sino recuperar para el cristianismo los antiquísimos colegios y sodalicios, como aquella de los comerciantes sirios en Malaca (Málaga), sacada a la luz por los arqueólogos, que mucho antes de CRISTO, cuando esta tierra era fenicia, procesionaban a sus propios santos o vírgenes, Astarté, Salambó, Cibeles, Mitra, Adonis, Serapis o Atis.

Las coincidencias son las suficientes para pensar que nuestra rica tradición de Semana Santa, que culmina con la Pasión y Muerte del Redentor, hunde sus raíces en tradiciones milenarias. Así que, no hay problema, cada uno tiene su dios a su medida, según sus necesidades. Zeus o Júpiter, sustituido por la imagen del Pantocrator, Diana de los Efesios por la imagen de María, la madre de JESÚS, Apolos por la imagen de un CRISTO glorioso, y así sucesivamente con todos los discípulos, apóstoles, etc.

No es más que una adaptación, una actualización; eso sí, bajo el nombre de la Iglesia Cristiana Católica Apostólica Romana. Millares de sacerdotes y obispos no están de acuerdo con ciertas celebraciones, pero “el pueblo las pide”, “el pueblo las ama”. A ver quien es capaz de volver atrás, al comienzo de esta desviación espiritual, y eliminar de estas tradiciones todo lo que tiene de pagano y de anticristiano.

Sí, anticristiano porque DIOS mismo prohíbe este tipo de actividades, empezando por el mandamiento dado a Moisés: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza, de lo que esté arriba en el cielo… No te inclinarás a ellas ni las honrarás”. En numerosos pasajes de la Biblia se repite una y otra vez la abominación que es para DIOS las imágenes de talla que intentan representar a la Divinidad. El profeta Isaías escribe respecto a los que practican esta costumbre: “No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender”.

Si quieren celebrar sus tradiciones, me parece muy bien, si cada uno elige una imagen como predilecta, perfecto; si quieren arrodillarse y honrar las imágenes, allá cada uno con sus responsabilidades. Pero lo que no acepto ni aceptaré jamás es que le den el nombre de “cristianas” a este tipo de actividades contrarias a CRISTO y a Sus enseñanzas.

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