“He estado once años al frente de Cáritas y cuesta sustraerse al drama y a la tristeza”
Cáritas es una organización humanitaria, sobradamente conocida por el pueblo aguileño, que agrupa 162 organizaciones nacionales católicas de asistencia, desarrollo y servicio social. Los trabajos humanitarios que en Cáritas ha realizado José María Muñoz, los ha hecho sin tener en cuenta la confesión, raza, género o etnia de los beneficiarios y quizá sea ese el motivo por el que este profesor es tan querido y respetado por sus conciudadanos.
Pregunta.-Hace unos meses cedió la presidencia de Cáritas en Águilas a Juan Bautista, ¿Qué tal se va desenvolviendo?
Respuesta.- Es un buen zagal que está muy interesado en hacer su labor bien hecha. Está trabajando muy bien aunque al principio creía que Cáritas era algo más simple y más sencilllita de llevar. Al llegar allí se quedó un poco asombrado al ver el trabajo que esto conlleva pero lo bueno es que ha estado acompañándome 4 meses él y su directiva y claro, ha ido acumulando sapiencia. No tuve secretos para él y desde el principio contó con mi confianza plena y en Cáritas somos muy transparentes. Aunque él pondrá a su gestión su sello personal.
P.- ¿ Y su sello personal?, ¿qué balance hace de su gestión?
R.- Es difícil responder. Yo no puedo ser juez y parte. He estado once años al frente de la entidad y he sido muy feliz, también he pasado ratos malos por las propias características de Cáritas, de enfrentarme a situaciones duras, dramas familiares. Guardando las distancias, aquello es como un confesionario. Hay gente que le cuenta al director de Cáritas cosas que pertenecen a su más sagrada intimidad y es difícil sustraerse a esa tristeza, a esa tragedia que está viviendo esa familia. En más de una ocasión las lágrimas han anegado mis ojos…
P.- ¿Qué situación le ha impactando más?.
R.- Ha habido varias. Recuerdo a un señor de unos treinta y pocos años que se planta en la puerta de Cáritas una tarde de verano cuando yo estaba sólo, con los ojos hundidos, macilento, muy delgado y le espeto:”dígame qué desea. Y me dijo sólo dos palabras: “tengo hambre”. Eso es muy duro de escuchar y le socorrí como pude, con conservas, turrón, leche, galletas, le compré una barra de pan y un billete para que siguiera su camino a Mazarrón en autobús. Ahí lo pasé muy mal y en otra ocasión, el testimonio de una madre que tenía, como decimos en Águilas, un pasar bueno, conocida mía, en aquella época podía tener unos cuarenta y pocos años. Sería a mediados de mes Y me pide comida porque tenía a su hijo metido en la droga y porque su padre no le pegara cuando empezó con los porricos a los once o doce años ella le dijo que me encargaría de ladearlo de la droga y ahora el marido la culpaba de falta de autoridad porque su hijo se había enganchado a drogas más duras, le daba el dinero con cuentagotas, dormían en habitaciones separadas, mi matrimonio está roto, le había robado cuatro joyas que tenía, me había vendido el ajuar que tenía y no le llegaba para comer lo que quedaba de mes. Le llené una gran bolsa de comida gracias a la despensa de Cáritas y le dije que volviera cada vez que lo necesitara. Y ahí viene lo duro, me dijo:”José María, yo creo en Dios y le pido que al llegar a casa las vecinas me digan, ahí lo tienes ahorcado o lo ha pillado un coche o se ha tirado al tren… porque ha roto mi vida, yo era muy feliz con mi marido”. Es durísimo oir hablar así a una madre. P.- Hablaba de creer en Dios porque Cáritas es una entidad de la iglesia católica
R.- Cáritas es un componente de la iglesia y atendemos a todo el mundo no nos importa ni su credo, ni su color ni su patria. Intentamos ayudar a todo aquel que nos requiere y los miembros de Cáritas somos todos creyentes y cuándo tenemos la certeza de que hemos ayudado a alguien dormimos muy bien, igual que cuando cometemos un error o nos equivocamos, porque somos humanos y como tales erramos, tenemos un regomello, una desazón que no nos deja vivir. Yo me he pasado mis ratos malos porque creo que no lo he hecho bien.
P.- Y salvando esas excepciones, háblenos de los momentos más positivos.
R.- Todos. En Cáritas, momentos negativos hay a punta pala pero el hecho de atender a esta gente y el hecho de preocuparte un poquito por ella, ya te da a ti un regocijo interno, te engrandece el espíritu. Lo que está claro es que la persona que empieza a colaborar con Cáritas y aguanta quince o veinte días, ya no se va porque Cáritas crea impacto porque la satisfacción que te da trabajar por los demás te llena tanto que te impulsa a seguir luchando con más gana, más ímpetu y mucha más entrega. Este trabajo es tan absorvente que a veces dejas de lado algo que no debes dejar, por ejemplo, y sin que esto sirva de alabanza, mi mujer se operó a corazón abierto, una intervención muy grave y al llegar a Águilas. creo que me saqué de la manga que tenía que dormir la siesta. Ella se acostaba y yo me iba a Cáritas, se despertaba a las seis aproximadamente y yo no regresaba a casa hasta las ocho y media o nueve. Quiero decir que le ha robado mucho tiempo, que la he dejado un poco de lado por volcarme con Cáritas y que ha pasado muchos ratos sola. Nuestros hijos se han hecho mayores y han volado del nido, el mayor falleció, los suegros… y pasamos de tener una casa con mucho trasiego a una calma chicha. Imagino que en muchos momentos se habrá sentido sola.
P.- ¿Es esa la causa por la que ha dejado Cáritas?, ¿La soledad de su esposa?.
R.- Ese es el principal motivo. Hablé con el párroco el mes de abril y le expuse lo que sucedía. José Antonio Consentino estaba en la misma situación que yo prácticamente, con dos niños pequeñitos, estaba en la zona de Santa María y no podía dedicarle a Cáritas las mismas horas que yo, pero las suplía llevándose a su casa a las chicas que llevaban los proyectos de Cáritas cuando él terminaba su trabajo para machacarlos.
P.- No sólo ha dedicado su vida a Cáritas, también a la enseñanza ya que durante 40 años ha sido profesor, al igual que su señora. ¿Qué recuerdos guarda de esa época?.
R.- Preciosos. Yo siempre he estado en lo que llamábamos segunda etapa cuando daba clase en Los Pescadores y después vine al Urci con mi mujer, estuve tres años, pero por circunstancias yo pensé que no se me trataba bien allí y por discusiones tontas con la dirección, cogí y me fui al San Juan y allí estuve como pez en el agua, acabado ese periodo volví al Urci y tengo el convencimiento de que he sido muy feliz dando clase y creo que mis alumnos me recuerdan con cariño.
P.- ¿ Y el momento histórico de la transición democrática, cómo lo vivió en su faceta política?
R.- Con serenidad y creo que la política española debería de tener un reconocimiento, un gesto de gratitud a los que hicieron que la transición fuera elegante y discreta. No fui alcalde por casualidad y cuando Pepe Guillén lo fue contó conmigo, no teníamos ni un duro pero estábamos al lado del pueblo y trabajábamos para la ciudadanía. Fue un periodo entrañable.