La procesión Penitencial del Vía Crucis del Paso Morado rememoró ayer en Lorca las ultimas huellas de Jesucristo
Camino al Jerusalén lorquino. Después de una madrugada larga, en la que los ‘rezaores’ no han cesado de acompañar a penitentes rememorando los 1.321 pasos que recorrió Jesús desde el Pretorio al Gólgota, se celebraba el Vía Crucis de la mañana, el más multitudinario. De nuevo, los versos del Vía Crucis eran repetidos por los ‘rezaores’ con su curioso soniquete. Una devoción popular que perdura desde hace más de cuatrocientos años y que ponía en marcha en 1618 el franciscano fray Alonso de Vargas. Decenas de penitentes, descalzos, vistiendo túnica morada, y con corona de espinas y portando cruz pesada al hombro, acompañaban al Cristo del Socorro, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores, del imaginero ciezano Manuel Carrillo. Espectacular cuando al doblar la esquina de la empinada cuesta aparecía el Calvario lorquino, repleto de olivos y palmeras, alguno, del mismísimo Huerto de los Olivos. El rezo continuaba a las puertas de la capilla mayor, la del Cristo de la Misericordia que, la noche anterior, regresaba después de procesionar por la Ciudad, dentro del cortejo de Jueves Santo de la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón, Paso Morado. El de este año, de los más multitudinarios que se recuerdan.
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