Primitivos

Francisco López Belmonte

Mientras leía el periódico me he dado cuenta de la publicidad que está insertada en diferentes páginas, y es curioso observar cómo en cualquier Medio de comunicación, incluso en aquellos que consideramos “serios”, aparecen anuncios relacionados con el “culto al cuerpo”.

Es más, no importa el producto que sea, para promocionarlo se relaciona con la atracción física, tanto femenina como masculina (pensemos en los automóviles, los perfumes).

Si nos tomamos un yogur es con la finalidad de guardar la línea (la línea que te imponen ellos) y si usamos un champú es para ser más atractivos. Si nos compramos ropa de la marca “…….” es para causar sensación y si las gafas son de la óptica “……” es para impresionar con nuestra mirada.

Yo pensaba que con la evolución de la mente humana a través de miles de años estaríamos cada vez más “de vuelta” de lo físico y nos concentraríamos en otros aspectos más relevantes, como los conocimientos, la personalidad, la destreza, la inteligencia, etc. Pero no. No existe esa evolución que sería razonable (al menos para mí). Tanto adelanto maravilloso en el mundo de la ciencia no ha sido aplicado a nuestras pasiones más primitivas.

Recuerdo una anécdota contada por John Blanchard hace bastantes años. Al escoger un libro en la Biblioteca Municipal observó unas anotaciones a lápiz que reflejaban un alma sensible y quedó impresionado. Se enteró que las había hecho una chica llamada Ana Hollis y consiguió su dirección y le escribió una carta.

Mediante la correspondencia que mantuvieron nació una gran amistad y admiración mutua. Él le pidió una foto pero ella se la negó alegando que el físico no era importante. Pasado algún tiempo quedaron para verse en la estación, cuando él volviera de viaje.

Ella llevaría una rosa y él un libro. Al bajar del tren vio una chica preciosa con un traje verde, que se dirigía hacia él y el corazón comenzó a latirle muy de prisa. Pero pasó por su lado y se alejó. Entonces vio una señora regordeta con una rosa en la mano mirando a su alrededor.

Con una tremenda desilusión se acercó a ella y se presentó, enseñándole, además, el libro. A pesar de todo, John la invitó a cenar y ella con una sonrisa amable le dijo: “No se de qué va esto; pero una chica vestida de verde me pidió que cogiera esta rosa y que si un chico me invitaba a cenar le dijera que ella estaba en el restaurante de enfrente”.

Está claro que Ana Hollis quería asegurarse de los sentimientos de su amigo antes de presentarse.

Decimos muchas veces que el físico no importa, pero como es lo primero que vemos nos da, por regla general, una imagen diferente a la real. Nos dejamos llevar por el aspecto externo y no ahondamos en la personalidad. Esto nos impide conocer, en ocasiones, a personas maravillosas.

Por eso JESÚS dijo que DIOS no mira lo que mira el ser humano, sino que mira el corazón. Como decía aquella conocida canción de “La Bella y la Bestia”: No hay mayor verdad, la belleza está en el interior.

Pero no hacemos caso y seguimos midiendo a las personas pos su físico. Así nos va.

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