Un mundo al revés
Uno se va acostumbrando, desafortunadamente, a leer y oír barbaridades a diario. Creo que, incluso, estamos perdiendo la sensibilidad y la capacidad de sorprendernos. El jueves 17 de Mayo leí: “Trece de los procesados en el 11-M están en huelga de hambre, en protesta por su procesamiento”.
¿Ehhh? No se cómo reaccionar… Es la actitud de esos niños que cuando no obtienen lo que quieren dicen: “Ahora me disgusto” y se cruzan de brazos con el ceño fruncido.
Los de mi generación, y algunos más, seguro que recuerdan aquella canción de paco Ibáñez titulada “El mundo al revés”: “Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba un mundo al revés”.
Pues, señores, me parece que ese sueño se ha convertido en una pesadilla de las peores. A lo mejor es que los magistrados, las víctimas, los familiares de las víctimas y toda la sociedad en general, hemos sido demasiado duros con los autores de aquella terrible masacre y estamos hiriendo su sensibilidad y amor propio. Seguramente fueron movidos por las mejores intenciones humanitarias y solidarias y ahora sufren injustamente. Será por eso por lo que protestan negándose a comer, incluso a beber.
Para cuatro de ellos la Fiscalía pide más de 38.600 años de cárcel. ¡Qué lujazo se permiten estos individuos por el hecho de ser juzgados en Europa! Si hubieran estado en otros países, que no nombro, ni siquiera se les habría dado la oportunidad de ser juzgados. Pero vivimos en un mundo al revés, y hemos pasado de un extremo a otro, en pro de la tolerancia, la justicia, el respeto y la solidaridad, conceptos todos ellos admirables y encomiables con los que, por supuesto, estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, creo que algo falla, que algo no está funcionando bien. Hoy todo es relativo.
Antes podíamos establecer una línea divisoria entre lo que estaba bien y lo que estaba mal; ahora todo es cuestionable. Todos defienden sus ideas y sus derechos frente a los demás, y, a veces, los razonamientos son tan absurdos que uno que se queda sin argumentos para redargüirlos del error en que están. ¿Recuerdan aquel tango “Cambalache” refiriéndose al s. XX? “¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!… ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
Pues esto ha sido superado con creces en el s. XXI, y lo que aun nos queda por ver… En resumidas cuentas, nada nuevo que no haya sido ya anunciado en las Sagradas Escrituras, donde se nos informa que todas estas cosas ocurrirían. Pero al igual que muchos siglos atrás los profetas advertían al pueblo para que rectificara su conducta y no eran escuchados, hoy en día, los cristianos anunciamos el mensaje de JESUCRISTO, mensaje de paz y liberación, y nadie está dispuesto a prestar atención, cerrando los ojos a la Verdad.