Aunque no exista el cielo merece la pena creer

Gerardo Caíña Lamas

Pasmado por el alto nivel de inteligencia que me mostró un pastor al afirmar lo dicho en el título de este artículo no puedo menos que compartir esas ideas. En una de mis muchas estancias en Castilla, hablando de política con un pastor de Valladolid, me lanzó esta afirmación para justificar que todos los partidos políticos van por camino erróneo y que la abstención es un vital toque de atención para cambiar el rumbo de España, de Europa y del planeta.

Yo que no entendía nada, ahora en plena campaña electoral, reflexionando, he llegado a comprenderlo. Y digo a comprenderlo que no es lo mismo que compartirlo. En realidad uno puede quedarse en casa y dejar que todo fluya a gusto de los magnates de turno pero fríamente estudiados los programas políticos y confrontemos con los hechos, dejan mucho que desear. Pero es lo de siempre: los programas son la utopía y la política es la realidad, como la vida misma.

Y lo mismo ocurre con el sublime mensaje cristiano. Su nivel de exigencia es muy alto y las normas o exigencias para un buen cristiano también se debaten entre la utopía y la realidad. Pero es tan sublime y tan profundo el mensaje cristiano, que llevado a la práctica como Cristo quiso, no como lo hacen las iglesias cristianas que hoy existen, sería la meta de toda felicidad y el paraíso ya estaría en esta tierra. ¿Qué predican todos los partidos políticos? Servir al ciudadano; pero luego hacen aguas por todas partes.

¿Hay acaso algún osado partido que se atreva a incluir en su programa cosas tales como: bajada de impuestos, bajada de precios, subida de sueldos, subida de pensiones, control de la inflación, control de los tipos de interés, aplicación estricta de las normas de Sanidad, Justicia, Educación, Auxilio al pobre, del solitario, del abandonado por la sociedad, etc., Etc…..?