Mantenerse a flote

Por fin llegó el verano y las numerosas playas de la localidad se llenan de vida.

Esta mañana observaba el bullicio playero de los bañistas, el chapoteo del agua y las voces de los niños, cuando escuché un motor a toda marcha y descubrí una lancha con un chico esquiando. He estado considerando cómo era posible que se mantuviera sobre el agua. No voy a descubrir nada que todo el mundo no sepa, ante esta aparente operación contra las leyes físicas.

Si alguna vez has tratado de esquiar sobre el agua sabrás que el agua te ofrece resistencia para subir a la superficie. El motor de la lancha ruge fuertemente; tus músculos se ponen tensos. Y mientras, el agua hace todo lo posible por mantenerte siempre abajo; pero si sabes cómo aprovechar la potencia del motor, te levantarás y, en pocos segundos, estarás deslizándote sobre la misma superficie del agua que al principio te retenía.

El esquí acuático nos ofrece una analogía de la experiencia de la vida, cuando pasamos por las profundas aguas de la prueba.

Tal es el caso de las familias de las víctimas del mortal accidente ocurrido recientemente en el Metro de Valencia, que están pasando por unos momentos de intenso dolor.

Para muchos de ellos este duro golpe supone una gran resistencia para seguir viviendo. Si no logran vencer esta circunstancia con una fuerza especial, se verán hundidos en lo profundo de un mar del que no podrán emerger.

La resistencia es la capacidad, biológica o físico-temperamental, para poder oponerse al síndrome de fatiga.

La fatiga es el estado fisiológico al que se llega por el esfuerzo al limite de las posibilidades físicas o psíquicas del individuo (causadas por intensidad o volumen). Podemos hablar de tres tipos de fatiga: La fatiga local que afecta al músculo o grupo muscular que ha trabajado duramente. La fatiga general que afecta a todo el organismo. Y la fatiga psíquica, que proviene de las múltiples situaciones de estrés que sufrimos.

Si no tenemos una capacidad de reacción adecuada a la resistencia psíquica o física que encontramos, esto nos llevará a una paralización total de nuestro cuerpo o de nuestra mente (igual que ocurre en una situación de miedo que nos deja paralizados).

Es por ello muy importante encontrar una fuerza superior a la resistencia. La potencia del motor produce una velocidad que hace emerger al esquiador entre el agua y deslizarse sobre ella. De igual forma en la vida, como en el esquí acuático, necesitamos una potencia que nos impulse y nos haga remontar las dificultades.

Hace algún tiempo encontré este tipo de fortaleza en el DIOS de la Biblia. Desde entonces no me ha fallado nunca y he podido comprobar que puedo estar derribado, pero no estar destruido.

Confiar en DIOS convierte las pruebas en triunfos. Cuando necesites vencer una resistencia que te parezca insuperable acude a JESUCRISTO; te deslizarás sobre las aguas.

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