Retazos de la procesión del Corpus, la más antigua de Lorca
Una artículo de Antonio Valero de Torres
Las tradiciones aparecen, se arraigan y al final desaparecen, porque los tiempos no perdonan y las costumbres y circunstancias cambian de manera veloz y despiadada. Había un adagio que decía que “hay tres jueves en el año, que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Hoy esos tres icónicos jueves son días laborables, como otros; pero los que ya tenemos cierta edad y hemos vivido el esplendor de aquellas fiestas, nos negamos, porque nos duele relegarlas al viejo baúl de los recuerdos.
El Corpus estaba considerado como fiesta movible para la Iglesia y se calculaba sumando 60 días a partir del Lunes de Pascua.
La víspera del Corpus, se colocaba en la parte alta de la fachada del Ayuntamiento, el espléndido y enorme cuadro de la Gloria, que perfectamente iluminado era un hermoso espectáculo ancestral, vistoso y popular, que hacía llenar la plaza de España, profusamente adornada de banderolas y gallardetes, de un público alegre y bullicioso de enfervorizados amantes de la tradición, que iban todos los años a ver descubrir el mágico telón de La Gloria , cuya obra pictórica, la de antes de la guerra, era de Francisco Cayuela y la posterior, que también era de gran mérito había sido pintada por el también lorquino Muñoz Barberán.
Para los niños era un gozo y deleite especial, largamente esperado.
La procesión del Corpus se formaba en Lorca desde tiempo inmemorial, ya que el cardenal Belluga, que también era Virrey del reino de Murcia y Valencia, no olvidemos que había apoyado la subida al trono de Felipe V, ordenaba en las Constituciones de San Patricio, allá por el año de 1720 que asistir al cortejo fuera de cumplimiento obligatorio.
Y mandaba, igualmente, que la procesión debía salir por la puerta principal de la colegiata de San Patricio, seguir por la calle Selgas, también llamada calle de las tiendas, y frente a San Francisco continuar por la Corredera, pasar por la esquina del antiguo convento de Santa Ana y Magdalena de las monjas clarisas, más conocidas por monjas de abajo, (hoy Muebles San José) , continuar hasta la Plaza del Ibreño hasta llegar a la calle Zapatería, pues era obligado que transcurriese por delante del convento de clausura Madre de Dios de la Consolación de las mercedarias ( monjas de arriba). Y desde allí volvía a la plaza de España y regresaba al templo de San Patricio.
Este primer itinerario fue muchas veces cambiado y acortado, las mas de las veces era de la plaza España por Selgas, llegaba a la Corredera por la esquina de las Clarisas y seguía por calle Álamo hasta el punto de partida. Era un día solemnísimo y popular de fiesta religiosa y social. La procesión se iniciaba con la carroza bellamente adornada, que portaba la antigua y artística Custodia, rindiéndole honores un piquete de Guardias Civiles de gala y acompañada por sacerdotes con casulla blanca, a la que seguían los niños de todos los colegios que habían hecho la Primera Comunión y luego los devotos , que en multitud se unían al cortejo, y en dos filas, seguían la piadosa caminata que cerraban y presidían las autoridades locales encabezadas por el Alcalde, el Juez de Primera Instancia y el Coronel del Regimiento Mallorca 13. El ambiente era de fiesta de primer orden; las calles estaban engalanadas y había en el recorrido muchos altares con cuadros o imágenes colocados por los vecinos, ante los que se hacía una breve parada y se recitaba una oración.
En todo el recorrido el suelo estaba cubierto de plantas aromáticas de nuestros montes municipales, que creaban un ambiente penetrante de paraíso fragante y deleitoso. Todo el trayecto estaba escoltado y custodiado por militares de nuestro regimiento , que separados unos de otros por unos cinco metros, daban mas solemnidad y rigor al desfile procesional.
De las muchas que he presenciado, estas son las procesiones que con más cariño recuerdo y eran las más gloriosas, pues la participación de nuestro añorado Regimiento Mallorca 13, en la década de los 60 del pasado siglo, les daba empaque y brillantez y una extraordinaria categoría.
Al final la compañía que había rendido honores en la procesión desfilaba ante las autoridades por la plaza de España.
En la actualidad todo es atípico, está suspendido, aplazado y no sabemos si perdido para siempre.