La imagen de nuestro tiempo
Parece ser, según las últimas investigaciones de un grupo de científicos alemanes, que los chimpancés son mucho más humanos de lo que pensábamos, pues dicen haber descubierto que tienen consciencia del tiempo y de su propia imagen. Humana parece ser la imagen que ostenta la estatua de San Rafael donada por el promotor cordobés detenido en la segunda fase de la “operación malaya II”, Rafael González Sánchez, Sandokán, que como un San Simeón e Estilita, se expone y nos impone su propio retrato en una plaza de un pueblo de la Costa del Sol. La casualidad o una inevitable y paradójica servidumbre de nuestras sociedades neoliberales donde el dinero y la fachada es la única premisa ética válida, hizo que la constante y ejemplificadora presencia en nuestros hogares de la alcaldesa de Marbella, Marisol Yagüe, no se produjera sin antes haber pasado por una mejora vía cirugía estética. Por otro lado, los constantes tres kilos de silicona de Yola Berrocal son un tributo y una imposición de estos tiempos de imágenes inevitables.
Como el peor de los simios que somos, parece demostrado que los humanos tenemos consciencia de nuestra propia imagen, pero esta consciencia, a tenor de casos como los arriba expuestos, no parece ir acompañada de conciencia, pues es, verdaderamente inhumano, la imposición esas imágenes de las vacías carcasas de los vencedores de nuestra desalmada sociedad, que nos devuelven con su inevitable e impositiva presencia la peor imagen de nosotros mismos.