Las opciones para votar -o no- más allá de los grandes partidos

Hoy, 23 de julio, todos los españoles estamos convocados a las urnas. Nuestro país decidirá este domingo los nombres de los integrantes que, sobre el papel, conformarán el Gobierno Central de los próximos cuatro años. Y añadimos ese matiz porque desde hace varias legislaturas, resulta prácticamente imposible pensar en la opción de una mayoría absoluta para un único partido. Por el contrario, es lógico esperar que, en función de los resultados, el Ejecutivo Nacional se acabe formando mediante la coalición de dos o más partidos.
Por todo ello, en los últimos días hemos escuchado a los candidatos de las principales formaciones políticas pedir el voto para sus siglas. Serán muchos los que opten por esta posibilidad, si bien, dentro del puro democrático que representan unas elecciones, existen varias opciones más. ¿Sabes, por ejemplo, la diferencia del voto nulo y el voto en blanco? Te lo explicamos en este artículo.

Votar a los grandes partidos
Lo más común entre los españoles suele ser elegir a alguno de los grandes partidos. Así, al Partido Socialista y el Partido Popular, se han sumado en la última década VOX y Sumar, la agrupación conformada por la mayoría de fuerzas a la izquierda del PSOE: Podemos, Izquierda Unida, Más País, Compromís… Recuerden que Ciudadanos, el partido fundado en su día por Albert Rivera, no concurre a estas Elecciones Generales.
Por lo general, elegir alguna de estas opciones favorece lo que se conoce como voto útil, es decir, asegura que la opción elegida tendrá representación en el Congreso y que, por tanto, nuestra papeleta se verá reflejada en algún diputado de las siglas en cuestión. No obstante, conviene recordar que, en el caso de los comicios nacionales, las circunscripciones son provinciales, por lo que del mismo modo que no es posible votar a todas las formaciones políticas en todos los ámbitos geográficos (por ejemplo, los nacionalistas vascos y/o catalanes no presentan lista en la Región de Murcia), esos cuatro grandes partidos tampoco tienen garantizada la representación en un amplio espectro de provincias.

Votar a partidos minoritarios
Esta opción se da en el caso de aquellos que, por lo general, manifiestan su desencanto con los grandes partidos, pero no tanto con el sistema. Es una opción tan lícita como otra cualquiera, si bien entra absolutamente en conflicto con lo que les comentábamos hace unas líneas del voto útil. Es cierto, no obstante, que pese a la ausencia de representación en el Congreso de los Diputados, la suma total de un número importante de votos a lo largo de toda la geografía nacional puede ayudar a determinados partidos a que su mensaje adquiera mayor dimensión, como es el Partido Animalista o PACMA. Por último, conviene apuntar que, aunque resulte paradójico, votar a un partido minoritario puede llegar a beneficiar a un gran partido: ver voto en blanco.

Voto en blanco
En España, el voto en blanco es reconocido como un voto válido y consiste simplemente en no introducir ninguna papeleta en el sobre, de modo que, a la hora de meterlo en las urnas, aquél vaya absolutamente vacío. Sin embargo, no existe la posibilidad de que los escaños del Congreso queden desiertos, por lo que a efectos prácticos el voto en blanco no tiene mayor utilidad que la de computar para el total. ¿Y por qué esto es importante? Pues porque para que un partido pueda obtener representación en una provincia necesita superar, al menos, el 3% de los votos totales de su circunscripción. Y el voto en blanco, como también podría llegar a suceder por paradójico que suene con los partidos minoritarios, cuanto más común sea, más eleva el número de papeletas necesarias para alcanzar ese 3%, de modo que en líneas generales dificulta el trabajo a los ‘pequeños’ y favorece a los grandes partidos.

El voto nulo
A diferencia del voto en blanco, el Sistema Electoral español no reconoce el voto nulo como voto válido, por lo que, aunque estadísticamente se contabiliza y se refleja en los escrutinios, no computa de manera alguna en el reparto de escaños, ni influye en ese 3% mínimo del que hablábamos antes, por lo que en definitiva no tiene efecto alguno en el resultado final y, por consiguiente, no favorece ni beneficia a ningún partido. Una de las particularidades del voto nulo, tal vez, es que puede darse de forma intencionada, pero también, en ocasiones, por error. Todo depende del sobre o, de forma más común, de lo que haya en su interior. Así pues, un voto nulo es aquel que no se realiza mediante los sobres o papeletas oficiales, el que mezcla papeletas de varios partidos, el que incluye elementos ajenos a la votación como panfletos o incluso comida (en comicios anteriores, se viralizó una imagen de alguien que insertó rodajas de chorizo), aquel en el que hay una sola papeleta pero garabateada o con inscripciones, etcétera.

La abstención
Abstenerse es, sencillamente, no ejercer el derecho al voto de ninguna de las maneras posibles. A efectos estadísticos, computa únicamente para lo que se conoce como ‘Dato de participación’, que no es otra cosa que el porcentaje de personas que, bien por correo o de forma presencial, han ido a votar. Más allá de eso, al igual que ocurre con el voto nulo, carece de influencia alguna en los resultados finales. Hay quien entiende la abstención como una forma de mostrar disconformidad con el sistema, si bien es algo difícilmente demostrable en un sentido general por el gran número de razones que pueden llevar a una persona a no ir a votar: indiferencia del resultado, salud, no estar en la ciudad el día de las Elecciones… En los últimos tiempos, también se ha extendido una práctica conocida como ‘Abstención activa’ y promovida por el movimiento MCRC que consiste en acudir al colegio electoral y romper el voto frente a las urnas para después subirlo a redes sociales en señal de protesta ante el sistema.