Águilas hay playa, pero ¡vaya playa!

Ana Isabel

El pasado día 7 de julio asistíamos en Águilas a una manifestación convocada por «Murcia no se vende». Los asistentes recorrieron la localidad hasta el Ayuntamiento denunciando los planes urbanísticos que se han llevado a cabo en el pueblo, y otros que parece ser, se van a realizar en breve. Manifestarse es un derecho de todo ciudadano y del cual puede y debe hacer uso siempre y cuando lo crea conveniente.

Por este motivo no estoy en contra de estas manifestaciones, sino todo lo contrario. Ahora bien, considero que el respeto al entorno comienza por mantener limpias las playas, hecho este que en Águilas deja mucho que desear. La mencionada manifestación, en esta séptima edición, partía precisamente de la playa del Hornillo; pues bien,hay que decir que cuando uno se acerca a dicha playa no puede hacer otra cosa, si pretende darse un baño, que sortear toda clase de bolsas y botellas de plástico, litronas, latas de todo tipo… Fue precisamente aquí donde descubrí que los «tomates de agua» también existen.

El verano pasado, sin ir más lejos, tuve que compartir baño con un perro, y cuando me dirigí al dueño para pedirle que lo sacara del agua me respondió: «Tranquila, no se ahoga, sabe nadar…» Pero este no fue el único episodio que tuve que sufrir, ya que cualquier persona que se acerque a la zona asiste como yo, y a diario, a la dejadez y falta de civismo de algunos bañistas, que lejos de respetar el entorno colaboran diariamente a su destrucción.

Les invito a que suban a la urbanización El Hornillo, por la cuesta que desemboca en la calle Juan Goytisolo; yo hace tiempo que desistí de hacerlo, desde que uno de los deportes cotidianos es esquivar todo un muestrario de preservativos de colores y tamaños diversos y olorosos «regalitos perrunos» (cuyos dueños seguro que estaban entre los asistentes a esa justificadísima manifestación por el entorno natural).

Yo también tengo un lema: «el pueblo está cochambroso, quién descochambrará, el desencochambrosador que lo desencochambre, buen desencochambrosador será». Con este trabalenguas invito a todos los aguileños y aguileñas a cuidar el patrimonio natural, que no sólo se consigue manifestándose, sino manteniéndolo limpio, las papeleras son un buen invento para ello ¡Y existen!

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