El poder de las palabras
No se si habrán tenido ustedes la ocasión de ver una película que resultó ganadora en los Premios Goya titulada “El poder de las palabras”. La película cuenta la historia de tres amigos, estudiantes de periodismo, que deciden hacer correr un rumor y luego estudiar los resultados para hacer una tesis universitaria sobre la conexión entre las noticias y los rumores.
Esta obra demuestra la fuerza y el daño que pueden causar los rumores, por encima de la verdad. Sin duda otro foco importante de los rumores, como podemos ver en la película, son los lugares de mucho aforo como los institutos y las universidades, donde pueden servir tanto para encumbrar y dar popularidad a alguien como para destruir o herir profundamente. Con relación a los problemas de la comunicación se dice que hay, por lo menos, seis versiones de cada mensaje que emitimos: Lo que la persona quiere decir, lo que dice, lo que cree que dice, lo que los oyentes quieren oír, lo que escuchan y lo que creen que escuchan. Una comunicación defectuosa puede crear una gran confusión.
Las palabras son importantes porque pueden tener una gran repercusión. Una frase que sale de nuestra boca puede tener muy diferentes matizaciones y puede ir cambio de tono y de significado, conforme va pasando de boca en boca, hasta llegar a convertirse en algo completamente distinto a lo expresado por nosotros. La persona que domina su lengua domina su cuerpo y su mente; pero para ello, primeramente es necesario aprender a controlar nuestra mente y los impulsos emocionales. Esto será muy beneficioso para nosotros y tendrá una buena repercusión a nuestro alrededor.
La palabra es utilizada como herramienta de trabajo por muchas personas, como los maestros, psicólogos, filósofos, comerciantes o políticos. Estos últimos pueden hacerse con el poder a través de la palabra, si saben utilizarla. La demagogia puede resultar muy peligrosa (se considera una forma perversa de la oratoria); la R.A.E. la define como “práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular”. Recuerdo una antigua canción que dice “puedes matar a tu enemigo con palabras, no necesitas más”. Es por ello muy importante tener gran cuidado en ser claro al hablar. Lo que se dice apresurada y descuidadamente puede ser mal entendido. Hemos de asegurarnos con nuestro interlocutor si ha recibido nuestro mensaje con claridad. En cuanto a lo que escuchamos hemos de buscar el sentido real, sin ideas preconcebidas, poniendo atención para no tergiversar el mensaje o interpretarlo a nuestra manera.
Tengamos en cuenta los sentimientos del que habla, sus gestos y matizaciones son muy importantes. El mensaje que nos llega a través de la Biblia lo reconocemos como “la palabra de DIOS” por el poder que tiene y la sabiduría que emana. “Porque la palabra de DIOS es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu… y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Carta a los Hebreos). Usemos el privilegio del lenguaje adecuadamente y con sabiduría.