“Comprobar que en la Región no había ningún estudio parecido fue un estímulo”
El mundo simbólico de los pescadores de Águilas. Este es el título del libro escrito por el antropólogo y profesor aguileño Juan Ruiz Parra. La obra, que fue presentada el pasado 18 de julio en el Casino de Águilas, constituye un esfuerzo por sistematizar el conjunto de ideas y conocimientos de orden sobrenatural que los pescadores de la localidad albergan en torno a su oficio.
Pregunta.- ¿Cómo surgió la idea de la investigación?
Respuesta.-El mar y las tradiciones desde siempre han ejercido en mí un fuerte atractivo; por lo tanto, se trataba de llevar a cabo una investigación que abordara ambos campos de conocimiento. Comprobar que en la Región de Murcia no había hecho hasta la fecha ningún trabajo de esta naturaleza, supuso asimismo un gran estímulo.
Más tarde, gracias al apoyo inmediato aportado por la Concejalía de Cultura y la Cofradía de Pescadores, ha podido convertirse en libro lo que antes sólo eran unos bits en el ordenador. De este modo, todas las personas interesadas en este apasionante mundo podrán disfrutar con los resultados.
Por otro lado, la elección de este sector para llevar a cabo un estudio antropológico descansaba en la premisa de que el mecanismo psicológico de creación de ideas de carácter mágico opera intensamente en contextos de estrés emocional. Tenía el convencimiento de que el mar, siempre cambiante y con fuerzas incontrolables, era un medio propicio para la existencia de este tipo de pensamiento.
P.- ¿Qué metodología y técnicas empleó?
R.- Para recabar la información, hice llegar a los centros públicos unas encuestas para que los alumnos colaboraran, aunque fueron fundamentalmente las entrevistas personales a pescadores y familiares las que aportaron el material más importante.
La metodología es de tipo cualitativo, es decir, se excluye totalmente cualquier expresión numérica.
P.- ¿Cómo ha ordenado la información obtenida?
R.-Una vez concluido el trabajo de campo he realizado una clasificación atendiendo a su naturaleza. Así, creé los apartados Relatos maravillosos, Meteorología, El mar y la salud, Acciones y signos propiciatorios de buena y mala suerte, Seres fantásticos del mar…
P.- ¿Qué le ha sorprendido más durante la realización del estudio?
R.- Sin duda, la constatación de que hay comportamientos e ideas de tipo mágico o religioso entre los pescadores que provienen de estadios culturales antiquísimos. El hecho es doblemente sorprendente al tener la certeza de que no han podido adquirirlos a través de los libros –los marineros confiesan sin tapujos que nunca leen- y que, por tanto, sólo han podido hacerlos suyos por imitación en el transcurso de incontables generaciones.
Por este motivo, en el libro discurren paralelamente dos tratamientos diferenciados de la información: en uno de ellos se incluyen las aportaciones de los propios pescadores y en el otro –llamado Análisis antropológico- aporto explicaciones sobre los mismos desde el punto de vista de la Antropología, estableciendo paralelismos y correlaciones con otras culturas. Quizá el fenómeno llamado por esta disciplina supervivencia sea el más llamativo. Se trata de una acción que sigue ejecutándose mecánicamente a través del tiempo, casi siempre con sentido olvidado, pero que originariamente tenía una finalidad muy diferente. Por eso se establecen en el estudio dos niveles de procesamiento de la información: el llamado emic, en el que el informante justifica su propio comportamiento aduciendo sus razones particulares para llevarlo a cabo, y el nivel etic, que consiste en la interpretación que realiza el investigador de esa misma conducta a la luz de los ritos o tradiciones registrados en otras culturas u otras épocas.
P.- ¿Podría poner un ejemplo?
R.- Un pescador de mucha edad me refirió una peripecia personal. Hace más de cuarenta años, en medio de un fuerte temporal, pudo salvarse de naufragar ejecutando con sus compañeros una acción determinada. Ésta acción consistía en arrojar aceite por la popa para evitar que las olas inundaran el barco. Según me explicó, al quedar en la superficie, el aceite aplacaba el embate de la ola. La embarcación tenía 7 u 8 metros de eslora y así recorrieron más de treinta millas hasta llegar a puerto. Al preguntarle que cuánto aceite llevaban, me contestó que no mucho, pues el barco era pequeño. Como es natural esta información me produjo extrañeza, pues la eficacia que podían obtener era más que dudosa.
Más tarde, revisando la bibliografía seleccionada, encontré un hecho sorprendente: antiguamente los navegantes musulmanes, para aplacar la cólera de los genios marinos, les realizaban ofrendas arrojando también aceite por la borda. Aunque la conexión entre ambas conductas será siempre una mera conjetura, parece más que razonable pensar que lo que en un principio era un comportamiento estrictamente religioso ha llegado secularizado hasta nuestros días.
P.- ¿Tiene pensado continuar con el estudio o ya lo da por finalizado?
R.- Además de abordar otros aspectos del oficio, tengo una clara voluntad de profundizar en el estudio de la dimensión mística del comportamiento de los pescadores. Es mi intención ampliarlo y, en un plazo medio de tiempo, realizar una reedición. Por este motivo me gustaría hacer un llamamiento a las personas que cuenten con información para que se pongan en contacto conmigo en el teléfono 619 65 62 92 o en juanruizparra@gmail.com.