Malos navegantes
En acabando el verano empieza la cosa a animarse, la cosa de la política, digo.
Hasta ahora sólo habían trabajado los que se habían quedado de guardia. Bueno, los de guardia y Gallardón. Es curioso que a unos pocos meses de elecciones generales, el grumete le grite a la tripulación (y a los que quedan en puerto) que él también quiere patronear, que le falta el título, pero que tiene aptitudes. El patrón gallego Rajoy dice que los de tierra adentro se contengan, que la juventud no es buena consejera y que el dedo del dios del P.P. no se equivoca nunca y a él le puso ahí, entre otras cosas para perder elecciones , una tras otra.
El caso es que el barco intenta zarpar y los navegantes van ya mal dispuestos, y la gente que les mira , desde tierra, más todavía porque ven que otra vez se quedan sin una vuelta.
Otro que se ha quedado en puerto es ese hombre que tiene nombre de castellano antiguo y apellido de espacio de tiempo inconcreto. Eso, Rodrigo Rato, que ya casi no nos acordamos de él. Que se queda en el muelle aunque la mayoría de los españoles le quisiera enrolado.
Pues así vamos, que los que están ya van endemoniados, los que valían se quedan en tierra y el barco zarpa con un problema añadido, encima : zarpa con el ancla arrastrando por el fondo , frenando el barco (un ancla de la marca Aznar, creo) que el jodío armador les ha dejado estropeada para que no levanten cabeza, perdón la proa, en la vida , y con la marcha avante bloqueada por un engranaje desgastado (de la marca Fraga, creo).
El caso es que el pobre barco lo lleva muy difícil para llegar siquiera a alta mar , entre las cuestiones mencionadas porque también tripulan un par de grumetes llamados Angel y Eduardo que poco colaboran a que esa obsoleta embarcación , de corte egipcio o más antiguo todavía, llegue a algún puerto el próximo mes de Marzo.
Que no está hecha para surcar las aguas en la actualidad, con más vientos cruzados , beneficiosos o nefastos, que en 1976. Que un barco con más de 30 años, o se renueva o mejor hundirlo.
Es una travesía ciertamente larga pero, mientras ellos acarrean tantos problemas y tan torpe tripulación, para otros va a ser una travesía de rositas (y capullitos) con varios motores funcionando a pleno rendimiento y con la mar llana y despejada, como deseamos, por cierto, la mayoría de los que estamos en puerto esperando resultados.
Uno llegará a tiempo y otro quedará a medio camino, en mitad de la mar inmensa, cuando no a la deriva, que también es una pena, peleándose el patrón con los grumetes, el armador con el nuevo capitán sin graduación y el que construyó el barco, allá por la segunda mitad del siglo pasado, cabreado, como es su carácter habitual, y despotricando de todos los mantas que se han hecho cargo del barco para hacer aguas, una vez más. Y el del nombre antiguo riéndose en silencio, un buen rato, desde tierra.
Pero, posiblemente, ya esté pensada la razón para explicar por qué se han quedado en mitad del mar : la cosa de los vientos, que no les eran propicios, o que había corrientes en contra de 10 nudos, o alguna otra historia de navegantes viejos ; vamos que siempre se les ocurrirá algo, como la otra vez.
En fin, que los próximos seis meses van a ser como el seguimiento de la copa del América pero en jocoso, o en triste, según el cristal con que se mire