Problemas de visión

Hace unos meses, mientras leía, me di cuenta, alarmado, de que las palabras se difuminaban ante mi vista y me costaba trabajo verlas con claridad. Moviendo el libro hacia delante y hacia detrás encontré una distancia perfecta para leer sin problemas.

Cuando comenté este hecho me informaron que se trataba de “presbicia”, una dificultad de acomodación de la vista, y que me llegaba con la edad. Con el paso del tiempo, parece ser que un músculo llamado “ciliar”, como el resto de los otros músculos del cuerpo humano, va perdiendo elasticidad y haciéndose menos potente, a la vez que el cristalino se va haciendo menos flexible; debido a ello la capacidad para ver de cerca, va disminuyendo. También notamos que, cuando estamos enfrascados en la lectura y paramos un momento para atender otra cosa y miramos a lo lejos, nuestra visión se desenfoca por unos momentos.

Lo mismo nos ocurre con nuestra vida diaria; a fuerza de mirar lo cercano, lo propio, vamos perdiendo la capacidad de ver lo que hay a nuestro alrededor. Nuestras mentes se van atrofiando al no percibir ciertos impulsos sensoriales. Quedamos incapacitados para comprender otras culturas, otras personas con distintas costumbres a las nuestras, con diferentes problemas. Nuestro círculo se va cerrando y empequeñeciendo cada vez más.

De pronto, un buen día, nos encontramos con una situación inesperada, una situación que no entraba en nuestros cálculos, y entonces quedamos impactados y, muchas veces, inconscientemente somatizamos ese problema, lo que da lugar a afecciones físicas para las que buscamos tratamiento oportuno. Cada vez son más las enfermedades que se relacionan con el stress, y esto siempre en los países más desarrollados. Es una contradicción que vivamos inmersos en una sociedad con todo tipo de posibilidades y que por “pura miopía” nos encontremos aislados en círculos sociales que nos impiden desplegar toda nuestra capacidad como seres frenando, incluso, nuestra evolución mental.

Es importante encontrar la distancia exacta que nos permita ver las cosas correctamente. Unas veces estamos tan cerca que sólo vemos una parte ínfima, y no precisamente la más importante. Otras, estamos tan alejados que somos incapaces de percibir con nitidez la realidad que tenemos ante nosotros. Miopía, presbicia, astigmatismo, ¿quién sabe lo que padecemos? Tal vez tengamos una vista perfecta, pero puede ser que no sepamos “leer”la vida por falta de visión mental y no física.

Sería conveniente levantar la vista y mirar hacia arriba. Contemplar el horizonte y todo cuanto nos rodea. No lo sabemos todo; no lo conocemos todo. El mundo es mucho más grande y complejo de lo que imaginamos. Debemos buscar si queremos encontrar.

Mirar si queremos ver. Aprender a escuchar si queremos oír. Hay un mañana al que llegaremos. Tal vez unas buenas gafas nos irían bien. Quizás un buen óptico que nos aconseje. Alguien que nos ayude a ver de cerca y de lejos al mismo tiempo. Tal vez un buen libro, un libro adecuado, mejore nuestra visión intelectual como unas buenas gafas nuestra visión física. Es lo que ocurre con la Biblia; cuando te sumerges en su lectura encuentras en sus páginas mucho más de lo que pudieras imaginar. A través de sus palabras se ve todo con más claridad, mayor nitidez. Puede hacer la prueba; es posible que entonces, cuando lea la Biblia, descubra con estupor que has estado “miope” toda su vida.

Esta web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies