Blas “el carpintero”
Blas Cegarra Rabal, en 1953, empezó a trabajar en la Carpintería “el Mellizo” en la calle Agravio con calle Marina, teniendo como jefe al “Maestro José” y sus hijos José y Alfonso, grandes profesionales de la carpintería (antes la carpintería la tenían en calle Menduiña, 6). En la carpintería se realizaban trabajos como: ataúdes (cajas de muerto), muebles, casi todo hecho a mano, tallas en la madera, artesas, mesas, sillas de anea y, lo norma,l puertas y ventanas; se barnizaba a mano con goma-laca, alcohol y piedra pómez (con un trapo se hacía como una pelota) y con el juego de la muñeca a base de pasadas se barnizaba. Poco tiempo después llegaron máquinas como la acepilladora, sierra de cinta (tupi) y un torno, todo se movía con un solo motor con corriente de 220 V de potencia, por medio de trasmisiones.
Lo que más se hacía eran ataúdes; tienen muchas anécdotas, entre risas, Blas me contaba que de vez en cuando alguien se metía dentro y cuando entraban a la carpintería algún susto que otro se llevaban o por ejemplo lo que le paso “al Rajao” que en esa época casi nadie estaba afiliado y un día al recibir la visita de los inspectores de trabajo y para que no lo pillaran se metió en una caja y como tardaron más de la cuenta se quedo dormido dentro de la caja; fue un día redondo porque no los pillaron, no lo afiliaron durante ese tiempo y lo que ganó fue una buena siesta.
Unos años después de cumplir la mili, entró a trabajar en la carpintería “el Mellizo”, en esa época era cuna de grandes carpinteros y servía de referencia para aprender. Después hizo sociedad con Juan Mateos montando una pequeña carpintería en la Calle Madre de Dios; dos años después al quedárseles pequeña la industria se instalaron en la calle Jovellanos con Mazarrón, durante 6 años, y después inició la andadura como empresario carpintero, con la mitad del negocio durante 4 años; al funcionar muy bien se trasladó a un sitio más grande en la huerta de Juan Soler, poniendo unos años después la carpintería en la calle Alegría, 6, funciono muy bien metiendo a tres operarios hasta su jubilación en el año 2004.
A lo largo de su vida siempre le ha gustado aprender, intentado ser un carpintero como los de antes, poniendo el alma en su profesión, disfrutándola y considerándola preciosa. En sus ratos libres ha tenido como hobby, entre otros, hacer cosas de esparto: pleita, cestos, cachuleros, etc…
De toda mi conversación con Blas destacaría: “tengo un buen recuerdo de los trabajos que se hacían a mano tallando madera; esos trabajos son imposibles de hacer en la actualidad”. Po lo que cada día se van perdiéndo más los trabajos de artesanía.