La Comunidad devuelve al Palacio de Guevara seis pinturas sobre cobre flamencas del siglo XVII tras su restauración

Las pequeñas piezas, obra de Frans Francken II, constituyen la segunda colección más importante de España tras la que conserva el Museo del Prado

Los cobres del Palacio de Guevara, una colección de seis piezas del artista flamenco del siglo XVII Frans Francken II, que representa escenas de la Biblia, regresan a la noble casa lorquina tras ser sometidos a un proceso de recuperación por el Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma.

La consejera de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes, Carmen Conesa, destacó el valor de estas pequeñas joyas, de 0,49 x 0,64 centímetros, pintadas sobre cobre, “que constituyen la colección más extensa de cobres flamencos con que contamos en España tras la que se conserva en el Museo del Prado, obra del mismo autor”. 

Las obras que se volverán a mostrar desde hoy en el Palacio de Guevara, tras un proceso de restauración que se ha extendido durante cuatro meses, con un coste de unos 20.000 euros por parte de la Comunidad Autónoma representan: ‘Salomón y la reina de Saba’, ‘La ofrenda de Abigail’, ‘La huida de Lot’, ‘Agar y el ángel’, ‘Peregrinación de los israelitas desde el monte Sinaí a Edom’ y ‘Encuentro de Cristo con la Verónica camino del Calvario’.

Carmen Conesa afirmó que “nuestro compromiso con la preservación y recuperación del rico patrimonio con que cuenta la Región encuentra en el Palacio de Guevara una clara plasmación, con todo lo actuado tanto en el inmueble, con una aportación de 400.000 euros, como en sus contenido mueble. No es nunca un gasto, sino una inversión en riqueza cultural e histórica de Lorca y del conjunto de la Región”.  

Nacido en Amberes en 1581, Frans Francken II es el más destacado de una familia de pintores del mismo nombre. En 1605 ingresó en el Gremio de Pintores de San Lucas de su ciudad natal, iniciando una carrera que llegaría hasta 1640 y en la que se especializó como pintor de obras de gabinete.

Las deudas de sus producciones más tempranas con el manierismo y la pintura del siglo XVI se aprecian tanto en la estructura de las composiciones, como en el ritmo y expresión de sus figuras. Además, éstas incluyen alusiones evidentes a la obra de artistas italianos como Rafael, Veronés o Zuccaro. Del mismo modo, se ha demostrado la utilización de estampas de Durero o Lucas de Leyden para algunas de sus figuras.

Poseyó un taller muy fecundo, con un gran número de discípulos que divulgan su obra, así como muchos imitadores de su estilo, lo que hace difícil garantizar su autoría respecto a estas obras que ahora se analizan, ya que solo una de ellas, la que representa la historia de Salomón y la Reina de Saba, aparece firmada en el ángulo inferior izquierdo.

El conjunto de su obra, en su mayoría cuadros de gabinete de no muy grandes dimensiones, casi siempre de temas bíblicos o mitológicos, presenta unas características generales aplicables a estos cobres: los personajes, representados en gran número, repiten tipologías de aire orientalizante en los vestidos y actitudes teatrales, con cierta sofisticación, que recuerdan el manierismo flamenco. El colorido es brillante, con predominio de tonos rojos y verdes. La composición cuenta con un muy cuidado dibujo disponiendo en un primer plano a los personajes protagonistas de la historia y, tras ellos, un fondo de paisaje en profundidad hecho con un gran dominio de la técnica.

También realizó obras de altar, aunque en ningún caso logró acercarse a la monumentalidad de la obra de Rubens. Entre ellas destaca el altar del Gremio de los Cuatro Mártires Coronados de la catedral de Amberes. Por último, destaca su colaboración con otros artistas, en cuyos paisajes o escenas de interior pintaba las figuras.

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