Kudokushy: Morir en soledad
Por Francisco José Motos, ESCRITOR
Nuestro mundo, nuestra civilización hace aguas por sus costuras. Es triste decirlo pero es solo el reflejo de una realidad que no queremos ver, o que cuando vemos siempre decimos; eso es cosa de otros. Sin tener en cuenta que los de otros es parte de nosotros mismos, y que antes o después acaba llegando hasta cualquier lugar en el que vivamos.
Este es el caso de un fenómeno social, o por mejor decirlo una abominación de la sociedad, que tiene su epicentro en Japón; de ahí el nombre: Kudokushy, no es ni más ni menos que morir en total soledad sin que a nadie le preocupe, le interese, pueda sentirse concernido por la desaparición de ese ser humano, o incluso ni le llame lo más mínimo la atención.
Resulta que el año pasado murieron más de 35.000 personas totalmente solas en sus casas en Japón y fueron descubiertos por el hedor al mucho tiempo de haber fallecido. Y en consecuencia han creado un cuerpo de limpiadores de estas viviendas en las que ha sucedido tan lamentable y triste hecho. Es decir: el cadáver ha estado en fase de descomposición dejando todo el habitáculo totalmente impracticable para entrar con seguridad y la mínima higienes en el mismo.
Y tal vez dirán ustedes, queridos lectores, que eso es cosa de allende los mares, de esos seres extraños que son los japoneses. Baste decir para que salgamos de tan gran equivocación que es un fenómeno que se está extendiendo con gran rapidez al resto del mundo. Hasta en lugares tan contrarios a estos hábitos tan poco humanos como pueda ser nuestro querido país se están empezando a producir bastantes casos, y es una estadística que va en aumento año tras año. Así que no nos situamos al margen de esta macabra tendencia.
Baste como muestra el caso que hemos conocido en estos días y que habla de una mujer que llevaba 20 años muerta en la bañera de su casa cuando por fin fue descubierta.
¿Pero qué nos está pasando para que estas cosas puedan suceder en nuestra supuesta sociedad del bienestar en la que tenemos tantas mascotas, tantas aficiones, y presumimos muchas veces de civilización?
No será que ocurre como en el conocido refrán español que dice: Dime de presumes y te diré de lo que careces.