Delito de omisión

Jamás he visto en ningún Código Penal recogido de manera expresa el Delito de Omisión. Y la omisión lentamente nos está llevando a la destrucción. Omisión es no cumplir con nuestras obligaciones, nuestros deberes, promesas, proyectos, intenciones electorales o programáticas de cualquier entidad o institución tanto política como jurídica, académica, médica, militar, etc.

Y como el pueblo es sabio, lo estamos viendo. ¿Qué está ocurriendo en las últimas consultas electorales como en el Referéndum sobre la Constitución Europea el pasado 20 de Febrero? Pues, que el pragmatismo, el sentido común y la lógica de la vida se imponen. Y la mayoría de la población se ha vuelto abstencionista.

Los políticos no cumplen, omiten muchas de las promesas hechas durante las campañas electorales. Y, en consecuencia, la mayoría no la representan ni el gobierno ni los partidos políticos. La mayoría quiere otra cosa, que el Sistema funcione, que la teoría de los Derechos Humanos se haga realidad en las vidas cotidianas, buscan otra eficacia, quieren que se gobierne y se sea competente y eficaz a la hora de solucionar los problemas del día a día. En suma, menos pancarta y más toma de decisiones.

¿Acaso le han consultado a usted el porcentaje de la subida anual de precios, los impuestos, el IRPF o el IVA? Es decir, se consulta al pueblo en muchas ocasiones sólo para entelequias y no se le consulta para aquellos temas más relacionados directamente con sus vidas. Eso se llama gobernar de espaldas al pueblo. Entonces nos preguntamos: ¿Qué es lo que hay que someter a votación y qué es lo que no? No lo sé, yo ya me pierdo y no sé responder. Estoy desorientado sobre lo que es esencial en Democracia. Quizás haya aprendido que la Democracia es una utopía.

Pero la inteligencia nos obliga a seguir reflexionando. Eso es lo que nos distingue de las bestias. Y me pregunto: si la mayoría la representa la abstención, ¿a quiénes representa el gobierno?, ¿a quiénes representan los partidos políticos? Quizás la democracia esté en peligro. Y lo digo sin ánimo de parafrasear al ilustre escritor Saramago.

Personalmente estoy más de acuerdo con los que defienden que este lapsus o déficit de democracia se anunció, pronosticó e inició en el Mayo Francés de 1968. Los “revolucionarios” del ‘68 se cuestionaron los fallos y fracasos de los sistemas políticos que identificaban la mayoría legal con los únicos defensores de la verdad. Y eso implica un riesgo: caer en una dictadura disfrazada de elementos externos democráticos.

Pero la mayoría legal, en el caso de nuestro último Referéndum, no representa ni siquiera la mitad de los españoles. Si ser político se convierte sólo en un “oficio” y no en un “servicio”, habremos caído en un “suplicio” pues hemos hundido el Sistema Democrático. Y la gente ve más lo del oficio que lo del servicio. Pero no se trata del oficio de un sufrido peón, de un sufrido pescador, de un sufrido agricultor, en suma, de un sufrido obrero; sí me refiero al mundo obrero, aquel que sostiene a España. Se trata de un oficio de servicio que precisamente no está mal remunerado.

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