Buenas intenciones
Con la llegada de la Navidad comienzan los bueno propósitos en todos los sentidos: sobre todo en las intenciones de bienestar y amor a mansalva. No está mal, desde luego, al contrario. Yo suelo pasar estas fechas en Águilas, pues cumplo con la célebre frase de “vuelve a casa por Navidad”, aunque en este caso mi familia tampoco sea aguileña, aunque sí residente desde hace ya varios años.
Mi “intención” no es criticar aquí “las buenas intenciones”, sino presentar un punto de partida hacia una reflexión que debería hacerse por parte de quienes practican este modelo de bondad ajustada al calendario y no a la verdadera naturaleza humana. Porque creo que si fuéramos buenos, no tendríamos que hacer el “esfuerzo” de serlo durante unos cuantos días. Es penoso, en realidad, pero también es la “realidad”. Tampoco es una condena a la naturaleza humana, insisto, solamente pretendo invitar a la reflexión y, después, que cada uno saque sus propias conclusiones al respecto. Solamente se trata de eso. No es mucho.
Fátima Pernías