El vendedor

Sí que es cierto que las cuestiones de seguridad nacional no son para tomárselas a broma, pero visto lo alejados que estamos los ciudadanitos de a pié de una cuestión tan elevada, no es para menos echar una sonrisa al enterarse de que un tal Roberto Flórez ha estado, varios años, vendiendo secretos españoles a los rusos. Como si hubiera secretos entre nosotros, que lo largamos todo con un par de cervezas.

Y es que la situación no es la misma de la de las películas de Bond…….. James Bond.
Ya no existe la guerra fría, en la que la pugna por obtener información de los sistemas defensivos de países de las órbitas americana y rusa era de interés para el enemigo potencial. Ya el supuesto enemigo es otro y no valora los sistemas defensivos del enemigo porque ha demostrado que los puede burlar simplemente llevando un libro de su dios bajo el sobaco. Por eso es difícil imaginarse a un espía, cabo de la guardia civil, que vive en Tenerife, que pasa el día en chanclas, pasando microfilmes de las posiciones de los semáforos del Puerto de la Cruz.

El espía panzón se ha tirado 4 años informando a los rusos; otra cosa es que a los rusos les interesara. Y que algún ruso le pagara por los datos que le pudiera pasar el chivato. Posiblemente fuera un funcionario rebotado por algún ascenso prometido y no hecho efectivo, que ha informado de algo que a nadie interesa. Para mí que los rusos están, ya que ha desaparecido el régimen militar que tantos años ha durado y que ha servido para hacer más pobres a tantos millones de los antiguos soviéticos, más pendientes de otras cosas, como intentar cobrar cada mes, incluidos los militares, que no les está siendo fácil desde hace más de quince años. Aunque España sigue siendo, por desgracia, un estado proamericano nada tiene que temer el ejército ruso por nuestras estrategias en su contra. Ya no está Ansar para secundar disparates de un presidente loco estadounidense.
Así que, la verdad, de ese ejército lo que más se puede temer es a su coro.
Lo que sí es más preocupante es que el Centro de Inteligencia español haya tardado seis años en enterarse que un chivato estaba largando más tinta que un calamar de diez kilos.
Anda que si el asunto llega a ser importante…

Ese centro lleva años dando patinazos importantes, costando miles de millones y saliendo al conocimiento público los follones que tienen entre ellos, lo que largan en las barras de los bares, etc. ; vamos, que no parece que sean muy de fiar.
Menos mal que estamos en tiempo de paz. ¿Qué será en tiempos de guerra ?

Puede pasar como en la guerra de Gila : “¿oiga, es el enemigo?, que le hemos mandado al espía, que me lo devuelvan que se ha dejado el bocadillo, sí hombre, lo localizaréis pronto, si va de lagarterana….” .

A pesar de la sonrisa que he propuesto al principio, el cabo Roberto acabó siendo un buen vendedor y ganó más de 35 millones de pelas por comentar con los rusos que la mitad de nuestros cañones no tienen agujero, que son para decorar cuarteles y castillos.

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